En la mañana del sábado, Lin Huang fue despertado por Lin Xin debido a que ella estaba tocando la puerta.
―Hermano, levántate. ¡Es tiempo para el desayuno!
Obviamente, ella sonaba feliz y emocionada.
―Sí, lo sé. Ya voy.
Lin Huang miró el reloj y eran solo las 6:30 de la mañana
Después de tomar su baño, se cambió de ropa y se dirigió hacia las escaleras.
Había un par huevos fritos de formas ligeramente extrañas en la mesa del comedor y un plato de una refrescante ensalada.
Lin Huang caminó detrás de la mesa del comedor y miró el cuenco de avena. La niña había aprendido de los huevos estropeados. Al menos, el color se veía bien y no había agregado simplemente los ingredientes en la avena.
―Hermano, date prisa. Después del desayuno, ¡tenemos que correr para conseguir el primer viaje en águila! ―exigió Lin Xin.
―Tómate tu tiempo. No vamos a montar sobre un águila para llegar allí.
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