El Duergar estaba extremadamente asustado, sin embargo, lo único que hizo al oír la solicitud de Marvin fue componer un semblante confuso. No podía comprender lo que había dicho.
Marvin se sintió avergonzado. Él hablaba en lenguaje común, pero aunque era un dialecto ampliamente empleado en la superficie, los que vivían en la oscuridad generalmente hablaban una lengua franca propia, la cual él nunca antes había aprendido. Afortunadamente, aunque él no sabía cómo hablarlo, Jésica era muy hábil en ello, ya que había estado luchando en la oscuridad durante bastante tiempo.
Marvin agarró al patético Duergar y se lo llevó a Jésica. Estaba en una gran plaza pública. Desde los edificios que la rodeaban, la zona parecía el lugar donde se celebraban las fiestas y otras actividades diversas.
—¿Quién es usted? ¿Qué ha pasado aquí? —preguntó Jésica en tono amenazador.
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