Seguido de esta voz maligna, un hombre de mediana edad con el rostro borroso apareció en la entrada del valle. Ell observó con sorpresa al hombre que se acercaba y le preguntó con una voz temblorosa: —¿Eres Tidomas?
El hombre rio al contestar: —Tidomas es un buen subordinado. Yo logré que su reputación hiciera temblar a todo el Universo. No lo defraudé. Pero no lo malinterpretes, querido niño. Yo soy tu Dios supremo. Yo soy Hartson.
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