—Su Yu, quiero estar con Qin Chu por siempre —Huo Mian volteó, miró a Su Yu con los ojos rojos y le dijo eso poniendo énfasis en cada palabra. Su voz era ronca.
—Es ridículo. Si quieres estar con él para siempre, no puedes saltar del acantilado. ¿Quieres morir? ¿No dijiste que eran buenas noticias no haber recibido noticias acerca de él? Él volverá. Huo Mian, no seas tonta.
—Qin Chu no volverá. Si no hubiera muerto, habría vuelto por mí y no habría estado tantos meses sin decir nada. Su Yu, ya no quiero mentirme más. Estoy cansada de vivir. No soy feliz. Quiero ver a Qin Chu.
—Mian, aunque no quieras vivir por tu propio bien, debes pensar en los bebés... Esas pobres criaturas todavía no conocieron el mundo. ¿Eres tan cruel como para quitarles la oportunidad de venir a este mundo?
Huo Mian negaba con la cabeza mientras lloraba.
—Quiero llevar a mis bebés a que vean a Qin Chu bajo tierra. Para ese entonces, toda nuestra familia estará junta.
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