—Sí, señor Qin... Entonces, ¿te casarías conmigo?
—¿Qué obtendré por casarme contigo? —el señor Qin comenzó a ser arrogante.
—Muchos beneficios.
—¿Como por ejemplo?
Qin Chu sonrió y Huo Mian respondió con confianza: —Sé cocinar.
—Yo también.
—Puedo lavar la ropa.
—Tengo un lavarropas en mi casa.
Huo Mian decidió sacar su mejor arma: —Puedo calentarte la cama...
Al oírla, el señor Qin pensó en eso.
—Tentador, pero tus habilidades no son tan buenas, debes esforzarte más...
—Jaja, ¡ya basta, Qin Chu!
Huo Mian le lanzó la revista y él la atrapó perfectamente.
—Me intriga tu propuesta.
—Entonces no lo dudes, solo di que sí. No soy una persona paciente.
—¿No habías dicho que querías esperar a mayo? ¿Ya no quieres hacerlo? No suena como algo que tú harías.
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