—Ajá, me encargaré de asegurarme de todo de ahora en más. Ya no me utilizarán como títere. Es tarde, ustedes deberían descansar, me iré ahora.
—De acuerdo, adiós.
Luego de despedirse de la Sra. Qin, Huo Mian fue a ducharse arriba y se metió a la cama con Qin Chu.
—Mi madre es supersticiosa, ignórala —explicó Qin Chu a Huo Mian.
—Está bien, tal vez el Guanyin nos dé de verdad un bebé.
—¿De verdad crees en esto? —Qin Chu se encontraba algo sorprendido.
—A veces, debo creer —dijo Huo Mian con un tinte de desesperanza.
Ella quería un niño también, pero se había quedado sin opciones. Entonces, puso su esperanza en los dioses, deseando hallar una salida del callejón en el que se encontraba. Qin Chu abrazó a Huo Mian con el corazón algo roto.
—No estés triste, tendremos un bebé. Él o ella tal vez esté ya en camino.
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