—No soy el Papa, el Sumo Pontífice fue... —Isabella tuvo la necesidad de refutar, pero Agatha la detuvo poniéndole una mano en el hombro.
—La tarea en cuestión es más importante. No creo que a Su Majestad le importe.
Estas palabras parecían irrelevantes, sin embargo, Isabella entendió rápidamente lo que Agatha quería decir. Sabía que esta forma de engaño era una solución simple, sin embargo, este tipo de métodos a menudo se ven como una señal de alerta para los señores de la tierra que valoran el poder.
Isabella decidió, mientras recordaba todas las cosas que había visto en Nuncainvierno y rápidamente se tragó su incredulidad. En cambio, preguntó:
—¿Qué quieren decir con que "necesitan mi ayuda"? ¿Dónde están los Guerreros del Juicio y los sacerdotes?
—¡Todos huyeron!
—¡No exactamente, algunos fueron llamados a la Ciudad Santa! —Otra monja refutada.
—Cometimos crímenes. Incluso matamos a los sacerdotes...
—¡Eso no es culpa de ella!
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