Finalmente, Roland no pudo quedarse en su habitación todo el día y tuvo que ir a la oficina.
Era casi de noche cuando Ruiseñor le informó que Tilly quería reunirse con él.
Roland tuvo que ponerse un abrigo, peinarse el pelo largo y llevar un montón de papeles para escribir a la oficina. Abrió la puerta y descubrió que Tilly y Cenizas estaban allí esperándolo.
Al ver a Roland sosteniendo cosas pesadas, Cenizas tomó de inmediato el grueso montón de papeles. Esto dejó a Roland sintiéndose bastante sorprendido ya que nunca esperó que Cenizas, quien siempre había estado insatisfecha con él, lo ayudara algún día.
La puesta de sol atravesó la ventana francesa, tiñendo las paredes de color rojo anaranjado. Al mismo tiempo, también dejó un rayo dorado sobre ellos. Todo esto de alguna manera les dio una sensación de separación.
Roland ya había adivinado la intención de Tilly.
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