En los días previos a la partida de las brujas para explorar las ruinas, Tilly tuvo el mayor placer al pasear por las calles planas de Ciudad Fronteriza, explorando los rincones y recovecos de este territorio remoto, que había sufrido una transformación extraordinaria en manos de Lord Roland.
Esta es una pequeña ciudad única. Tilly pensó, y cuanto más cuidadosamente observaba, más fuerte era este sentimiento. Era muy diferente a cualquier lugar en el que ella había estado... y si había algo que la impresionaba más, era la vitalidad sin igual que irradiaba la ciudad.
Incluso la recientemente desarrollada Isla Dormida no podía compararse a esta.
—¿Estas personas no tienen miedo del frío? — Andrea preguntó con curiosidad al ver a la gente ir y venir en la calle —¿Qué es lo que tú hermano les prometió, para que estén dispuestos a trabajar en este frío día de invierno?
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