Habían pasado cuatro días desde que las brujas y el Primer Ejército partieron. Según el plan, debían llegar al suburbio de Ciudad de Plata a la tarde siguiente.
Dado que estaban equipados con las palomas mensajeras de Miel, Hacha de Hierro, Anna y Ruiseñor enviaban cartas a Roland todos los días. Aunque no eran tan rápidos como los teléfonos móviles, eran mejores que mensajeros de periódicos. Si hubiera más palomas mensajeras, con pájaros volando entre ellas todo el tiempo, tal vez podrían imitar el efecto de enviar mensajes de texto.
Con Ruiseñor lejos, el caballero principal había asumido la tarea de defender el castillo. Roland se quedó perplejo al ver que Carter estaba especialmente alegre en estos días. Parecía que había encontrado algo agradable. ¿Ser el guardaespaldas personal de Roland era la causa de esta alegría extra?
Roland negó con la cabeza y se centró en el informe de Karl Van Bate, el Ministro de Construcción.
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