Theo subió una pequeña colina. Desde allí podía ver vagamente el contorno del castillo del Señor en Ciudad Fronteriza.
Finalmente, había vuelto. Le había llevado casi un mes y medio ir allí, mientras que sólo había tardado siete días en volver. La mayor parte de su tiempo lo había pasado desde Ciudad de Plata a Ciudad Aguasrojas. Incluso si a Cenizas no le importaba, seguía eligiendo los caminos más aislados, para reducir la posibilidad de que la Iglesia lo encontrara.
Cenizas abría el camino, pero Theo no podía estar seguro de si su nombre era real o no. Siempre vestía una túnica negra, con una gran espada envuelta en un paño en la espalda. Su largo cabello negro estaba atado simplemente en una cola de caballo, meciéndose en su cintura. Ya sea montando o navegando, le prestó poca atención, caminando sola en el frente, mirando el paisaje a su alrededor. Parecía que este viaje a Ciudad Fronteriza era solo una visita turística relajada.
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