Enzo fue escoltado al interior del Edificio del Departamento de Policía de la Ciudad de York.
—Señor, permítame manejar su interrogatorio. El Jefe Espinas me dio esta tarea —un oficial de policía de unos 30 años se acercó a su líder de equipo que había arrestado a Enzo antes.
—Está bien, Sargento Gonzales. Tengo que entregar el informe y preparar algunos papeles. También puede esperar a su abogado —dijo el líder del equipo, entregando a Enzo a su subordinado.
El Sgto. Gonzales sonrió interiormente mientras miraba a Enzo con malicia. 'Ahora, puedo hacer lo que sea con este tipo. Tengo una misión que cumplir'.
—¡Ven conmigo! —El Sgto. Gonzales hizo señas para que Enzo se acercara.
Ajenos al maligno motivo del Sgto. Gonzales, Enzo simplemente lo siguió obediente. Estaba tranquilo y compuesto porque sabía que era inocente. El conductor que cometió el atropello y fuga lo estaba inculpando de un crimen que no cometió.
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