Te encuentras con un mundo bastante avanzado. Sigue este nuevo camino en el año 2061, en una Mega-Ciudad; llena de tecnología, rascacielos, edificios, distritos, música, fiesta, balas, luces de neón y mucho más... Todo esto en: Fortuna City. Datos del Renderman (Mercenario): Nombre: ¿? Alías: Hesse. Edad: 24 años Residente en: Fortuna City Modificación corporal: Estándar Tatuajes: alas extendidas; en la nuca. Lobo feroz; en la parte superior de la mano derecha. Pecho izquierdo; 2037. Calavera oscura y deteriorada; en el hombro izquierdo. Dos cruces rusas; en su muñeca izquierda. Paradero: ¿?
—Piensa bien lo que estás a punto de hacer.
—Sé muy bien, lo que voy a hacer.
Las balas dibujando trayectorias entre varios sujetos y el que empezó tanto alboroto; un chico alto y de piel caucásica. Disparó con ímpetu acabando con tres sujetos, se refugió detrás de un contenedor. Miró por un costado, retrocedió rápido, pues, varias balas impactan en el contenedor. Respiró con frustración.
—Lo que sea por el carro —murmuró para sí mismo.
—¡Imbécil! —vociferaban unos hombres, mientras disparaban.
La pistola escupió el cargador rápidamente, el chico recargó la pistola; de un aspecto estético y de un color morado. Sacó de su pantalón un rollo, oprimió un botón digital y lanzó el rollo hacia los sujetos amenazantes. Una explosión de electricidad: neutralizó a los hombres armados, el chico salió de su refugio, disparó a la cabeza de los sujetos, afianzando la muerte. Guardó su arma dentro de su chaqueta de cuero, tomó uno de los fusiles de asalto de los sujetos; cambió de cartucho y continúa infiltrándose.
Dentro de una fábrica abandonada; a pesar de estar abandonada mantiene un acabado industrial y metalizado. En una sección más abajo están muchos hombres y mujeres armados, todos tenían rastros de modernización corporal, detalles metálicos en sus rostros, brazos y ojos brillantes. Habían varios cubículos donde estaban algunas personas en camillas, unos conectados a máquinas y otros muertos; les extraen ciertas partes del cuerpo, procediendo posteriormente a venderlas de manera no muy legal. Uno de estos hombres armados se acercó al ascensor, oprimió un botón digital de un panel y el ascensor empezó a descender. Al llegar a ese piso el ascensor se abre con una sorpresa... Varios disparos al pecho; el sujeto cae muerto después de que su pecho quedara abierto y soltando chispazos. En el interior del ascensor estaba Hesse, el chico de la chaqueta de cuero. Observó los alrededores y centró su mirada en el próximo pasillo.
—Las cámaras están apagadas, tienes 10 minutos —habló una voz femenina, a través de su comunicador colocado en la oreja izquierda—, apresúrate con esto.
—Tranquila —murmuró Hesse—. Seré breve, pero mantente alerta.
Continúa desplazándose con cautela entre los cubículos, revisando los números de serie que están en las entradas. Observó en su manga derecha una pantalla digital con un número de serie específico.
—Ese es el número que buscas, Hesse. —dijo la voz femenina.
Observa el lugar y no encuentra el cubículo. Se ocultó rápidamente entre dos cubículos al observar a unos sujetos armados que venían a su posición.
—Ahí vienen —dijo la voz femenina, alterada.
—Los tengo —susurró Hesse.
Al verlos les disparó, los dos cayeron sin dar ninguna señal. Hesse continuó su camino. Entre tantos cubículos sólo hay gente muerta y desmantelada; sus cuerpos despojados de ciertas partes avanzadas, junto con un montón de sangre esparcida en el piso. Encontró el cubículo que buscaba, el número de serie lo tenía una puerta metalizada.
—Abre este —dijo Hesse, había cierta alegría en su tono.
La puerta se deslizó a los segundos, había un hombre de piel morena golpeado y atado en una camilla.
—Bingo —dijo Hesse, bajó su arma.
Entró y revisó al sujeto, comparó con la pantalla de su antebrazo y el rostro buscado, había coincidencia.
—¡Doble Bingo! —dijo—. Oye... despierta... ¡Despierta! —abofeteó la cara del hombre inconsciente.
—¿Qué? ¿Qué hago, qué hago aquí? —dijo el hombre, reaccionando al golpe que recibió.
—Ibas a hacer un trato y te engañaron —dijo Hesse, desató al hombre de la camilla—, por suerte, tienes algo que alguien más quiere, por eso estoy aquí.
—No sé... si te agradezco o huyo de ti.
—Créeme, mantente cerca y vivirás.
—Gracias, hermano. —dijo el sujeto golpeado, se levantó de la camilla, masajeó sus muñecas.
Hesse sale a verificar que no haya nadie.
—No hay moros en la costa, vamos.
Los dos se van en dirección contraria a la que llegó Hesse. El hombre recién liberado portaba una bata de paciente, andaba descalzo, por las pisadas si los veían podrían armar un alboroto. Hesse no dejó de ver a todos lados. Al llegar al ascensor, vio que habían dos sujetos y una mujer, los tres estaban armados y molestos; revisando el cuerpo que ahí quedó. Hesse lanzó un segundo rollo paralizador, como el anterior, el rollo cayó a los pies de los armados; generó una explosión de electricidad, todos inmovilizados. Hesse salió de su cobertura y disparó a los tres acabando con ellos. Hizo una seña y el hombre de color subió al ascensor. Ambos ascendieron.
—Oye, hermano... Esto es mucho para un solo hombre —el hombre moreno respiró estresado y preocupado—. ¿Quién te envía?
El Renderman permaneció en silencio y revisó la munición del arma, los números se pueden ver sobre el cargador, pudiendo ver esto gracias a sus ojos Tecno Avanzados.
—Oye, ¿Me estás escuchando?
Hesse lo miró con un ceño fruncido.
—Claro. Estaba meditando —observó al hombre y a la parte superior del ascensor—. Tengo una idea.
Procedió a disparar varias ráfagas de balas al techo del ascensor, el hombre estresado cubrió su rostro con sus brazos para evitar los retazos caídos. Al formar un agujero en el techo, Hesse tiró el fusil de asalto al suelo y sacó su pistola personalizada.
—Sube.
—No subiré ahí arriba.
—Vamos, es un ascensor magnético, estarás bien. ?O prefieres ver balas salpicando?
El hombre moreno lo pensó dos veces, terminó subiendo a la parte superior.
—Te están esperando —volvió la voz femenina resonando en el comunicador.
—Cuento con eso —Hesse respiró, preparándose.
En la parte superior —en donde estuvo Hesse— hay una entrada sellada por una cortina de metal, ahora está destrozada con un agujero en medio. Dicha cortina se abrió; se despedazó al estar subiendo. Entraron dos camionetas robustas, de ellas salen sujetos armados, vestidos con trajes grises y camisas rojas, portando armas de asalto cargadas. Un total de 14 hombres.
Al abrirse el ascensor los sujetos armados empezaron a disparar con todo. Pero no había nadie en el ascensor. Mientras algunos recargan sus armas, cuatro se acercan para entrar al ascensor agujereado, al estar cerca empezaron a caer balas desde la parte superior, los hombres armados cayeron muertos aunque trataron de darle a su agresor. Hesse salió del ascensor, cayó al suelo, se deslizó por el piso y disparó con todo a los sujetos armados. Tres cayeron y los demás se refugiaron. Uno salió con su arma cargada, apuntó hacia adelante buscando al agresor, pero, le disparó en la nuca dicho agresor. Aparecen otros dos disparando a discreción, Hesse corrió a la parte trasera de una de las camionetas robustas, miró las balas que sobran en su pistola y son suficientes. Da la vuelta a una de las camionetas, se encuentra con uno armando y le disparó en la cara. Se agachó apoyándose de un costado de la camioneta buscando al resto. Cayó una granada aturdidora a un lado, salió de ese lugar y explotó la granada; sus circuitos chillan por un segundo... recuperando el sentido observó a unos que se acercan. Disparos repetitivos de ambas partes, cayó un sujeto armando y el resto disparó con todo. Hesse se cubrió con la otra camioneta. La pistola escupió el cargador vacío, Hesse introdujo otro con balas, la pistola emitió un sonido de confirmación. Los sujetos rodearon la camioneta y no encontraron nada. Hesse emergió desde el otro lado con un arma de asalto de los caídos; soltó ráfagas de balas y cayeron los enemigos restantes. Dejó caer el arma de asalto, inhaló y exhaló, con su mano izquierda despegó unas balas incrustadas en su pecho reforzado.
—¡Puedes salir! —dijo Hesse, al acercarse hacia el ascensor.
Salió el hombre del agujero superior. Caminó hacia afuera y observó los cuerpos caídos.
—Maldición, ¿Tú lo hiciste? —dijo, el miedo cruzó por su cara.
—Sube a esa camioneta, a la parte de atrás.
—¿Tú lo hiciste?
—¿Y quién, si no? —dijo Hesse, con un gesto tosco—. Sí, yo lo hice, no hay más nadie aquí, sube a la maldita camioneta.
El hombre apenado entendió que no debía preguntar nada, decide subir al asiento trasero de una de las camionetas robustas. Hesse subió y encendió la camioneta con una llave —más parecida a una tarjeta— que le quitó a uno de los tantos cuerpos del suelo. Salen de la fábrica abandonada, entran a la carretera con rumbo a la salida de ese distrito.
—¿Hesse? dime que estás bien —dijo la voz femenina, el tono de preocupación era notorio.
—Sí, estoy bien, un poco cansado, ya sabes, no fue fácil llegar aquí. —dijo Hesse, con voz agitada. Habla mientras conduce gracias a su comunicador de la oreja.
—Ya me estaba preocupando —su voz se alivió desde el otro lado, soltó un suspiro—. ¿Y el objetivo?
—Está bien, está a salvo —miró las calles, estaba llegando a la calle principal de ese distrito—. Habla con Jovanovich, dile que su encargo está hecho y que espero que mi carro esté intacto.
—Me encanta que llores por tu carro, así sabrás que lo puedes volver a perder. —soltó una risa juguetona—. Tranquilo, tu carro está seguro, lo estoy viendo ahora mismo a través de mi monitor.
—Dabuti. —se corta la señal.
Pase de Distritos: suelen hacer registros de lo que llevas, revisar documentos y sembrar lo que no llevas, teniendo una razón para echarte al pozo. Hesse es la excepción, pues al mostrar una tarjeta dorada y saber de quién es: "listo y pasas". Los guardias hacen la vista gorda en ciertos momentos. Más que todo cuando los Contratistas están operando fuera de su Territorio.
Estaban en el Distrito Valle Ondo; solo hay fábricas abandonadas, ciertas casas deshabitadas y mayormente criminales se esconden ahí, también es la salida hacia el Barrio Gris.
Ahora nuestro joven Renderman se encuentra en el Distrito Neón Urbano; lugar brillante, edificios, muchas personas andando por ahí, clubes y edificios con departamentos en muy buen estado. También es un lugar en donde vivir y trabajar tranquilo, se encuentra conectado con otros dos subdistritos: El Barrio Japonés y RasputínWood. Mucho más al centro de Fortuna City, es donde se concentran las Mega Corporaciones: Tecno Life; tecnología para la salud, encargados de los implantes más comunes y el bienestar de la gente. KironeTech; tecnología industrial y encargados de los implantes de uso más extremos. Y Kings DAM; Distribuidora de Armamento Militar, encargados de componentes armamentísticos y de alta calidad.
Llegó a un Deshuesadero lleno de chatarra y maquinaria pesada situado en RasputínWood; dejó la camioneta y posteriormente entró en la oficina del administrador. Al entrar, estaba un hombre con barba abundante y otro de cabello rubio y largo; el primero estaba vestido con un uniforme de trabajador y el segundo tenía un traje marrón con una camisa blanca. Los dos interrumpieron su conversación, la cual era en idioma ruso.
—¡Hesse!, esto es un milagro, mi amigo —dijo el hombre de traje marrón, se acercó a Hesse—. ¿Este es el sujeto?
—Eso parece —Hesse tomó asiento—. Puedes comprobarlo, si gustas.
—Tranquilo, Hesse —dijo el hombre de traje marrón, se acercó al hombre moreno—. Hola, Brad, lamento tantos... problemas.
—Co... ¿Cómo está? Jefe —dijo Brad, con palabras temblorosas, sus parpados casi se cierran por no haber dormir bien.
El hombre de traje marrón colocó su mano derecha en la sien de Brad, en su sien había un puerto USB, del cual emerge un chip verde con circuitos notables. Brad al ver el chip en los dedos del ruso, cayó desmayado.
—Resultó más fácil de lo que creía. —dijo el hombre de traje, insertó el chip en su sien, en un puerto propio, sus ojos se iluminan por ver la información contenida.
—¿Eso era todo? —preguntó el hombre de barba abundante.
—Sí, eso es todo. Le dices que vuelva al trabajo —decía el hombre de traje al abrir la puerta—. Vamos, Hesse.
El mencionado se levantó y salió de la oficina.
Mientras caminaban, hablaban.
—¿Estuvo fácil? —preguntó el hombre de traje marrón, encendió un cigarro.
—Digamos que, sí, pero tal vez llamé la atención.
—No te preocupes, desde que saliste del Barrio Gris estás bajo una protección y bajo una deuda saldada. —liberó humo de entre sus dientes.
—Solo quiero mi carro, es todo lo que me robaron tus amigos —dijo Hesse, observó las máquinas del deshuesadero destruyendo la camioneta que trajo.
—Ya no son mis amigos, eran parte de la competencia y ahora están tres metros bajo tierra por arruinar un negocio... Estando tú incluido, me hizo el día —se detuvieron frente a un auto elegante, con un estilo puntiagudo—. Eres la recuperación de una perdida.
—Muy sentimental de tu parte, ¿Mi carro?
—Toma —le entregó una llave; con forma rectangular—, está como nuevo. Le cambié la pintura a un morado oscuro y tiene la batería cargada.
Hesse recibe las llaves, las guardó en un bolsillo de su chaqueta.
—Por cierto, se encuentra aparcado fuera del Club: Los tres caminos, no hay pérdida si pides una habitación o un trago.
—Gracias, Jovanovich.
—Estamos para eso, chico. —subió al auto elegante, se marchó del lugar.
Las personas bailan en la pista de baile con mucho ánimo al ritmo del Techno y luces de neón. Hesse estaba en la barra, esperando a alguien. Bebía un trago de vodka puro, observaba las llaves del carro con una sonrisa de oreja a oreja, le dolía la cara de tanto sonreír.
—Te ves solo —esa voz tan sexy se le hizo conocida.
—Lo estaba —dijo Hesse, observó los ojos marrones de la mujer de cabello corto y azul—. Veo que cambiaste de estilo.
—Llevas meses sin saber de mí, quería verme diferente.
—Lo lograste.
Sus ojos se encontraron y quedaron recordando un año de vida juntos, al tiempo que recordaban y veían sus ojos; él beso con cierta delicadeza aquellos labios. Ella pidió un trago de vodka y bebió junto con Hesse. Después de bailar y besarse un rato, ella se dirige a la salida. Hesse le siguió, pero alguien le puso la mano en el hombro derecho; Hesse tomó la mano, estiró el brazo del extraño y apoyó su cabeza contra la barra de bebidas. Era un hombre vestido con traje elegante, se veía corpulento, ha de ser por las modificaciones corporales que lleva.
—¿Qué quieres? —dijo Hesse, mantuvo su mano derecha sobre la nuca del extraño sujeto.
—Solo quiero... hablar.
—Se habla con las palabras, con un "Hola", podrías empezar, ¿No crees?
—Vengo por un negocio.
Hesse lo pensó por unos segundos, lo dejó libre del agarre. El hombre corpulento respiró, tomó compostura, pidió que le sirvieran un trago de ginebra.
—Habla rápido, no tengo toda la noche.
Al terminar su trago de ginebra, empezó a hablar.
—Vengo en representación de un Contratista, quiere que tengas esto —le entregó una tarjeta dorada; propia de los Contratistas—. Estará en contacto contigo.
Hesse tomó la tarjeta, observó el estampado de un dragón japonés. La guardó en su chaqueta.
—Gracias, pudiste empezar por ahí. La próxima vez, se más directo con lo que quieres. Y Perdón.
Se acercó a la barra, cerca del Barman que era asiático y hablaba con un acento.
—Oye, Kato, ponlo a mi cuenta, ¿Sí?
El Barman afirmó con la cabeza. Hesse salió del Club, dejando al tipo corpulento con algo de bebida. Al salir del Club las gotas empiezan a caer. Hesse se acercó a su vehículo estacionado, recostada del carro, estaba la chica de cabello corto, con un paraguas frenando las gotas de lluvia.
—Pensé que te habías ido.
—Me voy contigo —dijo la chica, posteriormente caminó al otro lado del auto.
Hesse activó las puertas con su llave; se abrieron, los dos subieron al vehículo. Al estar dentro, él no podía evitar pasar la mano por su carro recuperado. Lo encendió y el motor sonó excelente. Así debe sonar un Albion SPORT, pensó Hesse.
Al estar recostado y arropado por sus sábanas, Hesse sintió un alivio significativo en su cuerpo y mente, algo que no sentía desde hace mucho. Una mano femenina se postró en su rostro, él se rio entre dientes y ella se rio alegremente.
—No creí que estuvieras despierto —dijo la chica de cabello azul—. ¿No duermes?
—Sí duermo, solo que... El sonido de la lluvia es, bueno, se siente nostálgico —dijo Hesse, tomó la mano de la chica y le dio un beso—. A veces siento que no eres real. —habló entre dientes.
Se levantó desnudo acercándose a una de las ventanas al costado de la cama. Observó las gotas de lluvia deslizándose por el vidrio, colocó su mano imaginando que podía tocarlas. Volvió su vista hacia una mesita de noche pegada de la pared, siendo de color azul oscuro metalizado. De hecho, la habitación entera es de este color metalizado, con un toque de áreas blancas y luces de neón tenues en las esquinas de las ventanas, con una vista de edificios y luces. En la mesita de noche se encuentra la llave de su carro y la pistola de camuflaje morado. Ver estos objetos le recordó a Hesse cómo empezó toda esta travesía.