—La Santa Sacerdotisa del Relámpago estaba parada perezosamente en medio de la tormenta de fuego azul oscuro. Ni siquiera intentó escapar de la tormenta de fuego como si quisiera ver la cara de Rafael al salir ilesa. Ella quería esperar a que Rafael se agotara primero para poder lanzar un ataque sorpresa y eliminarlo de una vez.
Lamentablemente, sus expresiones condescendientes pronto cambiaron. Su cara calmada y arrogante se volvió pálida como si fuera una fina hoja de papel.
No pasó mucho tiempo antes de que gritara de agonía, sintiendo el terrible calor que le quemaba la piel y los huesos.
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