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Acuerdo Secreto

—El ex Sheriff Morgan falleció hace medio año, ahora es el nuevo Sheriff es Lucas Hood.Ethan se quitó la insignia que llevaba en el pecho y se la arrojó:—Puedes comprobar, mi numero de placa, mi nombre es Ethan Morgan.El sargento barbudo tomó la placa de policía de Ethan y la examinó antes de devolvérsela.—No es necesario, solo estaba comprobando ya sabes. —dijo, mientras guardaba su arma en la funda—. ¿Puedes decirme que pasó aquí?Ethan asintió, tomó la placa de vuelta y la guardó en el bolsillo de su pantalón.—Si puedo resumirlo rápido, mi amiga Blake fue atrapada por un asesino psicópata, pudimos rastrearla hasta este lugar, cuando interrogamos al dueño este nos disparo a quema ropa, por lo que intente capturarlo. Tenia secuestrado tambien a un pequeño que asesino en un arranque de locura. —contestó con seriedad.— después de una pelea no tuve mas remedio que matarlo. La expresión del Sheriff cambió al escuchar esas palabras. —¿Estás seguro de lo que hablas? Un asesino serial en este pueblo, no puedo creerlo.—Puedes dejar que tu oficiales revisen el lugar, encontraran mas de lo que desean. —dijo Ethan, sacando un cigarrillo nuevo de su bolsillo.— Es una maldita carnicería ahi dentro.Dudo por un momento, pero miró hacia atrás solemnemente. Dos policías, un hombre y una mujer, asintieron y se apresuraron hacia la escena con sus linternas encendidas.  No pasó mucho tiempo antes de que se escuchara pasos veloces hacia fuera de la fabrica, los oficiales en cuanto vieron la luz no pudieron evitar vomitar del asco de lo que habían encontrado en el lugar.  El Sheriff, irritado, avanzó gritando: —¡Bastardos, qué vergüenza! Que diablos vieron ahi dentro. En ese momento, Jonathan llegó con Blake. Sin decir nada, se acercó a Ethan y lo abrazó con fuerza, dándole varias palmaditas en la espalda. —Gracias, no se como podriamos agradecerte. —No tienes que decirlo, Blake es alguien muy importante para mi, no podia dejar que ese maldito le hiciera daño —respondió Ethan. Jonathan soltó a Ethan, mirando hacia el oscuro y aterrador sótano con un temor creciente. Después de un rato, el Sheriff volvió con el rostro pálido y se dirigió a Jonathan y Blake: —¿Podemos hablar a solas?— dijo refiriendose a Ethan Jonathan asintió y se llevó a Blake a un lado. Cuando los dos se alejaron, el Sheriff, visiblemente alterado, preguntó con ansiedad: —¿Qué pasa con el chico adentro, el hombre colgado del gancho, la mujer destripada y los extremidades en el congelador? Se secó el sudor de la frente mientras hablaba, cada vez más nervioso. —Y las cenizas en el incinerador —añadió Ethan con frialdad. l Sheriff intentó extender la mano para agarrar a Ethan por la ropa, pero la mirada helada de éste lo detuvo. Bajó la mano y exclamó: —¡Maldita sea, qué demonios pasó aquí! Ethan entendía el pánico del Sheriff. En su posición, cualquier incidente así era devastador, sobre todo si las víctimas eran chicas locales. Si no lo manejaba bien, cuando todo saliera a la luz, la ciudadanía pediría su cabeza en cuestión de minutos. Ethan exhaló una bocanada de humo antes de responder: —El hombre que viste colgando se llama Gram. Como jefe de policía, debes conocer su historia.—Si, era el hijo del antiguo dueño de una fábrica. Trabajó allí hasta que cerraron. —El chico se llama Martin. Fue secuestrado por Gram hace dos años por lo que vi en uno de los periódicos —continuó Ethan, sacudiendo la ceniza del cigarrillo—. Por lo que he vi, Martin fue influenciado por el entorno y por Gram, ambos hicieron lo que acabas de presenciar. El Sheriff permaneció en silencio mientras Ethan hablaba, con una expresión oscura como el hielo. —Intentaba rescatar a la sobrina de Jonathan, Blake, cuando encontré a Martin aquí. Quise ayudarlo, pero él me atacó —dijo señalando sus pantalones manchados de sangre— Martin murió en la pelea entre la Gram y yo, ya que el desgraciado lo uso como escudo. Blake y yo también matamos al maldito al final. El Sheriff barbudo seguía escuchando en silencio, su rostro cada vez más sombrío. —¿Tienes alguna prueba de lo que dices? —preguntó finalmente. Ethan, sin perder la calma, respondió: —Supongo que el montón de victimas en el edificio, y los testimonios de la chica que secuestraron para asesinarla podrían bastar. El Sheriff, cada vez más intranquilo, lo miraba con desconfianza. Ethan sonrió, tiró la colilla al suelo mirandolo desafiante.—Estamos en el mismo equipo, entiendo tus dificultades. Quizá podamos hacer algo para que esto no se vea tan espantoso. El Sheriff lo observó, expectante. —No quiero protagonismo —continuó Ethan—. Nosotros no queremos problema, Blake solo quiere volver a casa, mientras puedas encargarte de este desastre, puedes tener el crédito de acaba con el maldito. Los ojos del Sheriff brillaron.  —¿Cuánto nos costará a mí y a mis muchachos?-Preguntó ansioso: Ethan sonrió, satisfecho. —Estoy herido, necesitaré cubrir los gastos médicos. Además, mi amigo quedó en shock, tendrá que ver a un psiquiatra... —¡Solo deja de hablar! —gritó el Sheriff entre dientes, atrayendo la atención de Blake, quien intentó acercarse, pero Jonathan la detuvo.  Justo cuando Ethan iba a responder, el Sheriff levantó las manos, cruzando sus dos dedos índices.  —Cien mil —dijo el Sheriff con resignación—. Mis hombres y yo juntaremos 100.000 mil dólares para ti. Para que tu y tus amigos se callan. Lo que pase después no es asunto suyo. —Trato hecho —dijo Ethan, dándole una palmada.  Cuando salieron del sótano, todos miraron la destrozada casa frente a ellos. Un cuervo saltaba de una rama cercana, emitiendo chillidos estridentes. Ethan le lanzó las llaves del coche a Blake. Ella sería quien conduciría ahora. —¿Por qué hiciste un trato con ese Sheriff? —preguntó Blake mientras conducían el Dodge Challenger. Ethan revisó su herida. —Este tipo de cosas son muy problemáticas. Si esto llega a los medios, estaríamos en los titulares. ¿Quieres eso? Blake negó con la cabeza. —Además —continuó Ethan— nosotros matamos a Gram y Martin murió en el fuego cruzado. Sea como sea, el juicio sería largo y podría acarrearnos muchos problemas legales, y no se tu pero me gusta estar fuera de prisión. —¿Por qué el Sheriff pagó tanto? —preguntó Blake confundida. —El Sheriff es inteligente. En este caso de un asesino serial, ser hará muy famoso al menos por un tiempo, además se vería muy mal que frente a sus narices estuviesen muriendo jóvenes y que el no se hubiese dado cuenta, ahora puede inventar lo que sea para salvarse el pellejo.—Dejemos esto atrás. Ethan ya vengo a esas pobres chicas. Después de lo que te paso querida, será mejor mantenernos alejados de todo esto. Nadie dijo nada más. El sol brillaba sobre ellos mientras Ethan entrecerraba los ojos, sintiéndose aliviado, su poder regenerativo aliviaba poco a poco su herida, con un par de suturas y unos dias mas estaría de nuevo en forma.Según los arreglos del sheriff, Jonathan fue hospitalizado para recibir tratamiento. Ethan, tras tratar sus heridas, insistió en ser dado de alta del hospital, a pesar de la insistencia del médico.Blake ya no quería quedarse allí después de lo sucedido, así que pidió a Jonathan que la dejara irse a Banshee con Ethan. Jonathan, aún herido, no tuvo más opción que aceptar que Blake siguiera a Ethan de regreso, tras despedirse de la familia de Jonathan, los dos emprendieron el camino de vuelta. Pasó sólo medio día, y cuando llegaron a casa, el sol aún no se había puesto. Tan pronto como entró a la sala, Blake fue directo a la vitrina, tomó una botella de whisky, dio un sorbo y luego empujó a Ethan sobre el sofá. —Oye, estás intimidando a un herido. —Cállate —respondió Blake con firmeza. Blake estaba frente a él, con una mezcla de nervios y deseo en sus ojos. No hacía falta que dijeran nada; ambos sabían que estaban solos, lejos de todo.Ethan se acercó lentamente, sus dedos rozando el rostro de Blake, acariciando su mejilla como si fuera la primera vez. Sus ojos se encontraron y, por un momento, el mundo exterior desapareció. Blake cerró los ojos, dejándose llevar por la cercanía, mientras el latido de su corazón resonaba en sus oídos.—Te he echado de menos —murmuró Blake, su voz apenas un susurro.Ethan sonrió, inclinándose para besarla suavemente. El roce de sus labios fue lento, casi tímido, pero lleno de una intensidad que no podía ser contenida. Blake correspondió, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, atrayéndolo hacia ella. Sus cuerpos se encontraron en un abrazo que decía más de lo que las palabras podrían expresar.El calor entre ellos creció mientras las caricias se volvían más profundas, más urgentes. Ethan la guió hacia la cama de madera rústica, sus manos explorando la piel desnuda de su espalda. La cabaña se llenó del sonido de sus respiraciones entrecortadas, de sus susurros cargados de deseo.Blake se dejó caer sobre las sábanas, mirando a Ethan con una mezcla de anhelo y vulnerabilidad. Él se inclinó sobre ella, sus labios rozando los de ella una vez más antes de besarla con más pasión. El ritmo de sus corazones parecía acompasarse mientras el mundo exterior quedaba atrás, y solo existían ellos dos, en ese instante eterno.Las horas pasaron sin que lo notaran, y cuando la luz de la luna se coló por las cortinas, ambos yacían juntos, envueltos en el silencio tranquilo de la cabaña, con el cuerpo de Blake acurrucado contra el de Ethan. La paz de la noche envolvió sus cuerpos agotados, pero sus corazones seguían latiendo al mismo compás. Después de unos movimientos, su cuerpo se relajó, mostrando sus orgullosas curvas.

 Aunque Blake mantuvo una sonrisa durante el regreso, Ethan sabía que el miedo seguía latente en su corazón. Ser secuestrada por un asesino en serie pervertido y estar en un congelador lleno de partes humanas no era algo fácil de olvidar.

 Ethan se levantó, encendió las luces de la habitación y la cubrió con una manta. Al sacar su celular y dirigirse a la puerta, Blake lo detuvo. —No te vayas, quédate aquí. —Esta bien, no me ire —respondió Ethan en voz baja— sólo voy a hacer una llamada. Blake, con los ojos cerrados, le soltó la mano mientras él caminaba hacia la cocina y marcaba el teléfono. —Sheriff, ya estoy de vuelta, pero tendré que pedirle un par de dias libres. La voz de Hood llegó desde el otro lado: —¿Cómo está tu amiga? —Está bien ahora, pero debo cuidar de ella un par de dias y tambien resulte algo herido. —¿Es algo serio? —El tono de Hood se tensó. Ethan tocó el vendaje de su muslo, ya no salía sangre. —No es grave, en unos días estaré bien. —Descansa entonces, yo me encargo de tu trabajo. Tras colgar, Ethan dejó el teléfono sobre la mesa, abrió el refrigerador, sacó una botella de agua y, tras beberla a medias, volvió al sofá. Blake lo abrazó y se acomodó sobre su pecho, finalmente relajando sus cejas, y ambos se durmieron.Noche.Ethan movió las pestañas y abrió los ojos lentamente.—¿Estás despierto? —preguntó Blake jugueteando con los músculos de su abdomen.—Sí —respondió Ethan en tono apagado.—¿Qué hora es?Blake, acercándose más a él, escuchó los latidos de su corazón y murmuró:—Son las nueve de la noche. Tengo hambre.Ethan tomó su cajetilla y encendió un cigarrillo.—No quiero salir, mira si hay algo en el refrigerador. Blake lo besó y fue a la cocina. Ethan la observó mientras caminaba, sus ojos siguiendo sus nalgas redondas hasta que ella abrió la puerta del refrigerador. Exhaló lentamente una bocanada de humo y se levantó. —¿Qué estás haciendo? Tengo hambre —Blake se mordió el labio mientras se inclinaba hacia el refrigerador. Al momento siguiente, la encimera de la cocina comenzó a sacudirse con fuerza. Tras varios días de descanso, la tranquila recuperación de Ethan fue interrumpida por un invitado inesperado. Ethan abrió la puerta automática y, al rato, una camioneta se detuvo frente a la casa. —Bonita casa —dijo Jonathan al bajar. —Gracias —respondió Ethan con una sonrisa, caminando despacio hacia él. A pesar de que su pierna casi había sanado, Ethan aún debía fingir frente a quienes conocían su situación. Jonathan también tenía el brazo vendado, pero abrazó a Blake antes de sacar unos paquetes envueltos en periódico.—Esto es lo que el Sheriff me pidió que trajera.Ethan asintió y regresaron a la casa.Después de acomodarse, Jonathan dejó los paquetes sobre la mesa.—No sabes lo nervioso que tenia trayendo esto hasta aquí.—dijo suspirando.Blake le entregó una botella de agua a Jonathan.—¿Qué es esto?— pregunto blake con curiosidad. —Solo ábrelo y lo verás —respondió Jonathan con una sonrisa. —¿Es el dinero que prometió el Sheriff? —Blake adivinó de inmediato. Ethan, sin rodeos, rompió los envoltorios y dejó al descubierto fajos de billetes por un total de cien mil dólares. La respiración de Jonathan y Blake se aceleró. Jonathan, un pequeño agricultor, no habría podido juntar tal suma de dinero tan fácilmente. Blake, aún esta en la universidad, ni se diga. Ethan, acostumbrado a este tipo de escenas, no se dejó impresionar. Dividió el dinero en tres partes y empujó dos hacia ellos. —Espera, espera yo no quiero... —dijo Jonathan levantándose rápidamente, al igual que Blake. —Escuchen —dijo Ethan— este es el dinero que nos dieron por guardar silencio. Cada uno debe tomar una parte, no me sentiría cómodo si solo yo me beneficiaria de esto, además todos arriesgamos la vida en ese lugar. Bajo su persuasión, Jonathan aceptó diez mil y Blake el resto, aunque se lo entregó a Jonathan para que lo guardara, ya que no quería volar en un avión con tanta cantidad de efectivo, pero en realidad quería dárselo. Jonathan comentó que la situación en la ciudad era tensa, con reporteros por todas partes y un jefe de policía que parecía disfrutar del caos y la atención que le ofrecía los medios. Finalmente, todo estaba calmando, y asi que aceleraron la investigación para cerrar el caso sin demasiadas preguntas.Las vacaciones de Blake terminaron rápido. Antes de irse, se tiñó el cabello, y cuando salió de la habitación, Ethan no pudo evitar sonreír al verla con un estilo completamente distinto. El tono oscuro ahora contrastaba con su piel y resaltaba sus facciones de una manera nueva.—¿Qué te parece? —preguntó ella, dándole una vuelta rápida frente al espejo.—Te ves bien, diferente, pero bien —respondió Ethan con una sonrisa, encogiéndose de hombros de manera despreocupada.Blake soltó una pequeña risa y asintió, contenta con el cumplido. Afuera, el Uber ya la esperaba.—Bueno, es hora de irme —dijo ella, levantando una mano con una mezcla de nostalgia y resignación.—Cuídate —contestó Ethan, dándole un abrazo rápido—. Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.—Lo sé —dijo Blake, dándole una última mirada antes de abrir la puerta del Uber.Ethan observó cómo se alejaba por el camino de grava sin mucha ceremonia. El coche desapareció en el horizonte, y él suspiró, volviendo a la cabaña con las manos en los bolsillos. Una vez dentro, se quitó las vendas de los muslos y examinó la cicatriz que le había dejado el último enfrentamiento.Guardó el dinero en el cajón, se cambió rápidamente y tomó las llaves del Dodge Challenger. Sin más pensamientos, se dirigió hacia el Davis Bar.