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CAPÍTULO 1

Nain y su familia se mudaron a un barrio lujoso en Sidney para empezar una nueva vida tras el asesinato de Antony Hunter, su padre, además de que después de ese fin de semana, era momento de retomar sus estudios en la escuela de negocios de Australia. Al llegar, el camión de mudanza dejó sus cosas listas y ayudaron a acomodar todos los muebles.

-¡Hola!- saludó una chica de veintidós años- Ustedes deben ser los nuevos vecinos. Soy Maxin.

-Hola- saludó Brenda, la hermana menor de Nain.

-Hola linda, mucho gusto- saludó Caroline, la madre.

Nain extendió su mano para saludar a su nueva vecina. Maxin se ofreció a ayudar a desempacar. Luego de un par de horas la familia Hunter había terminado con la mudanza, Caroline hizo de comer y pidió a la vecina que se quedara con ellos, en forma de agradecimiento.

-Muchas gracias señora, debo irme, ya casi llega mi papá, cualquier cosa vivimos a una casa de distancia- rió.

La chica levantó su plato y lo lavó, después salió de la casa. Al caer la noche Nain se dio un baño para bajar a cenar, más tarde era hora de dormir pues al día siguiente sería su primer día de escuela en una universidad muy prestigiosa.

A la mañana siguiente llegó puntual y buscó a sus demás compañeros de nuevo ingreso, los cuales estaban sentados en una de las bancas del patio. Mientras esperaban, un chico robusto pasó y los roció con un líquido asqueroso de color rosa.

Los demás estudiantes se quejaron por lo sucedido y otros se comenzaron a reír. Los de nuevo ingreso quedaron bañados en ese líquido hasta que Maxin apareció frente a ellos.

-¿Quién les hizo esto?

-¡Un idiota gordo!- contesta un chico.

-¡Manu!- lo llamó - No molestes a los nuevos, esas novatadas quedaron en la historia hace mucho, actualízate idiota, ya no se hace eso.

Maxin estaba molesta y vio a Nain mojado con ese líquido.

-Además él es mi nuevo amigo- dijo abrazando a Nain.

-¿Qué ocurre aquí?- preguntó un señor de porte y traje perfectamente planchado, el director.

-No es nada papá- habló Maxin.

-¿Papá?- pensó Nain.

Los de nuevo ingreso fueron al baño a limpiarse, aún quedaba tiempo antes de que iniciara la primera clase.

Nain se estaba lavando su cara, se vio al espejo para cerciorarse que no tuviera tan sucio. Se acomodó su cabello rubio y echó un poco de agua. De pronto el mismo chico robusto salió de uno de los baños y se acercó a él.

-Fue una buena broma- le dijo.

Nain lo ignoró y siguió limpiándose la cara.

-Tienes heterocromía, ¿No?

Nain miró su reflejo en el espejo, uno de sus ojos era azul, el otro verde, poco común.

-Es hereditario, mi padre también tenía los ojos así- respondió.

Al terminar de lavarse, se dio la vuelta para salir hasta que de su mochila cayó un labial. Manu lo recogió y antes de que Nain saliera del baño, lo acorraló en la puerta.

-¿También te pintas, muñeco?- se burló de él.

-¿Qué?

-Se te cayó esto de tu mochila- enseñó el labial.

-Es de mi madre, traigo más- abrió su mochila y le mostró.

Manu comenzó a reírse de él pensando las cosas mal.

-Te gusta pintarte entonces, ¿Cuál te vas a poner hoy?

-¿Qué? No, no es eso, se los voy a ofrecer a las niñas de esta escuela, seguro querrán comprarlos.

Manu continuó riéndose de él y destapó el labial para pintarlo, en eso sonó el timbre.

-Ya será para la próxima– amenazó.

El chico robusto tiró el labial en el suelo y se fue, Nain corrió hacia su salón pues no quería llegar tarde en su primer día. Cuando ambos se fueron, otro joven salió de uno de los baños, el cual escuchó toda su conversación.

El resto del día transcurrió normal, llegando la hora de salir, muchos estudiantes ya estaban afuera de los salones, en el pasillo, riéndose, secreteándose y algunos de ellos desesperados por irse a sus casas.

-Eres una chica linda Manu- dijo un joven de su salón.

-¿De qué hablas imbécil?- preguntó molesto.

Al llegar al pasillo vio la pared rayada con labial rosa y un texto que decía: "Manu es una chica linda". Apretando los puños se acercó a leer, molesto les gritó a todos que dejaran de burlarse. Con la mirada buscó a Nain, de quién sospechaba que hizo eso.

Caminó hacia la salida del campus y vio que Nain estaba sentado usando el celular. Con mucho coraje se acercó y lo empujó.

-¿Te pareció graciosa tu broma de la pared?

-¿De qué hablas?- dijo poniéndose derecho.

-Sé que fuiste tú, te molestó tanto que quisiste vengarte, ¿No es así?

-No sé de qué me hablas, déjame en paz- pasó de lado.

Nain tomó sus cosas e ignorándolo caminó hacia la salida. Manu lo alcanzó, jaló su brazo para hacerlo caer al suelo pero en ese momento apareció otro chico para detener al bravucón.

-Ya cálmate Manu- habló el otro chico.

-¡No! Este idiota cree que puede hacerme esto- contestó furioso.

-Yo lo hice-el otro chico confirmó muy calmado.

-¿Tú? ¿En serio? No quieras defender a este patético novato.

-Yo lo hice- volvió a repetir llevando sus manos a las bolsas del pantalón.

Nain se levantó y los miró a ambos, Manu estaba furioso mientras que el otro chico llamó su atención pero desvió la mirada rápidamente. El chico era alto, guapo, de largo cabello negro, piel blanca, con pinta de ser rudo y popular, además de que se vestía bien.

-¿Cuánto cuesta el labial?- le preguntó.

-Mmm, puedes quedártelo- contestó sin mirarlo a los ojos.

Nain se dio la vuelta y caminó muy rápido hasta perderse de vista.

-Deja de molestar a los nuevos, idiota- pasó de lado empujándolo con el torso.

El chico rudo siguió caminando hasta llegar al estacionamiento, se subió a su auto y antes de arrancar observó el labial, el frasco era color hueso pero transparente, con las letras HL en cursiva, lo guardó en la guantera y fue a casa.

Al día siguiente en la universidad, el director mandó a limpiar la pared pero su hija Maxin se ofreció a hacer todo el trabajo.

-Suerte con mi padre, tonto Manu- le dijo antes de que el chico fuera por su castigo.

Se puso a limpiar, en eso apareció el chico rudo portando una chaqueta de cuero y mezclilla oscura.

-Te ayudaré con eso- sonrió enseñando los dientes.

-¿Por qué escribiste esto? Debiste poner algo todavía más ridículo, me hubiera gustado que se burlaran más de Manu- dijo riendo.

-Fue lo único que se me ocurrió, escuché en el baño como Manu molestaba a uno de los chicos nuevos.

-¿Exactamente a quien molestaba?

-No sé su nombre pero es rubio con un ojo azul y uno verde.

-Es mi nuevo vecino, se mudaron el fin de semana, aunque la verdad tampoco sé su nombre.

Permanecieron unos segundos en silencio.

-Por cierto, ¿Si haremos la fiesta en tu casa?- pregunta ella.

-¡Si! Ya me dieron permiso mis padres.

-¡Qué bueno! Porque ya le avisé a todo el salón- gritó de emoción mientras bailaba.

Ambos amigos rieron, continuaron con la limpieza y al terminar fueron a sus clases. Un grupo de chicas se acercó para preguntar sobre el labial.

-¿Dónde conseguiste ese tono?

-No es mío. Un chico de nuevo ingreso los vende.

-¿Quién?

-El rubio de ojos de colores- respondió Maxin.

Las chicas corrieron a buscarlo.

-Deberíamos invitarlo a la fiesta- habló ella.

-Estaría bien. Al menos así podríamos saber cómo se llama.

Pasó la semana muy aburrida, así suelen ser los primeros días de escuela, además no estaba Manu el bravucón por los pasillos de la universidad. Llegando el jueves a la salida, Maxin fue a buscar al chico de los ojos coloridos.

-Espera, aún no te vayas vecino- interrumpió su camino.

-Hola…

-Mañana por la noche habrá una fiesta de bienvenida de curso, están invitados muchos estudiantes y Adriel me pidió personalmente que te invitara.

-¿Adriel? ¿Quién es? No lo conozco.

-¿Qué, qué? Si lo conoces, todo el mundo lo conoce, es mi mejor amigo.

-Mmm no, no sé quién es- rió nervioso.

-¡Adriel! ¡Ven aquí!- levantó las manos para llamarlo.

Adriel se acercó, Nain supo quién era en cuanto lo vio.

-Ah, es él- dijo aún nervioso.

-¿Cómo te llamas?- preguntó Adriel.

-Nain- lo miró unos segundos.

-Bueno Nain, espero que vayas a la fiesta, esta es la dirección- le entregó un trozo de papel.

-¡Te vemos mañana! - exclamó Maxin de alegría.

-Oh y lleva tus labiales, hay varias niñas de nuestro salón que quieren comprarlos- dijo Adriel guiñándole.

Pasando las clases del viernes, por la tarde, Nain decidió salir a comprar nueva ropa para la fiesta en casa de Adriel, quería lucir bien, se notaba que ese chico era de clase alta, al igual que su amiga Maxin.

-Yo te acompaño hermano- dijo Brenda.

-Claro- sonrió.

Fueron al centro comercial y Brenda le sugirió unas cuantas prendas. Le enseñó una playera blanca, pantalón de mezclilla entubado y una camisa también de mezclilla.

-Cómo eres muy básico, esto se te verá bien. Déjate la camisa abierta hermano.

Volvieron a casa y él se cambió la ropa, estaban por dar las diez de la noche, subió al carro y se dejó guiar por el GPS, pronto llegaría a la casa de Adriel. Al estar afuera se impresionó, la casa era muy grande, mucho más grande que la suya o la de Maxin, se estacionó en la esquina y antes de bajar tomó una bolsa negra llena de labiales, con algo de suerte vendería algunos.

Entró al patio, era enorme, limpio y con muchas plantas. Caminó dentro de la casa y Maxin lo recibió, muy agradecida de que si se presentara. Maxin lucía muy atractiva esa noche, había enchinado su largo cabello rojo y portaba un vestido verde esmeralda que combinaba con su tez morena.

-Espera aquí, buscaré a Adriel.

Nain se quedó cerca de las escaleras cuando escuchó un ruido detrás de él, vio a una mujer blanca de cabello oscuro salir por una de las puertas traseras. Aquella mujer lo vio también y le sonrió antes de irse, se le hacía conocida, como si la hubiera visto en otro lado tiempo atrás.

En eso, cinco chicas se le acercaron para preguntar por los labiales. Les mostró los que traía pero ellas no podían decidirse por uno, así que le compraron varios.

-¡Están muy bonitos!- dijo una de ellas.

-¿Dónde los conseguiste?

-Mi madre es la dueña de Hunter Lob- respondió amablemente.

-¿Qué? ¿En serio? Amo esa marca, tienen colores muy lindos.

-Igual hay otro tipo de cosméticos, por si les interesa– hizo una pausa– mmm, además está por sacar una nueva línea de sombras de ojos- sonrió.

Las chicas se emocionaron comprando, al grado de que se acababan los labiales y él consiguió buen dinero. A lo lejos Maxin y Adriel observaban como vendía toda su mercancía.

La música sonaba aún más fuerte, muchos bailaban, se embriagaban o se drogaban pero Maxin y Adriel no eran los únicos que notaron la cantidad de dinero que Nain había ganado, Manu también estaba en la fiesta y vio todo, aunque con unas copas de más.

Maxin se acercó a Nain y le ofreció un vaso de whisky.

-Salud.

-Es que no bebo.

-Sólo una, por tus ventas, creo que eres bueno, ¿Por eso estudias negocios no?

Nain se rió.

-Anda bebe sólo una y ya- trató de convencerlo.

-¡Si! Toma aunque sea una con nosotros- apareció Adriel por detrás y puso su brazo alrededor de su cuello.

Nain se puso nervioso, sentía que el corazón le latía más rápido. Sin decir nada aceptó el vaso y los tres bebieron. Nain hizo gestos, no le gustaba el whisky menos si no llevaba refresco. Adriel se separó de él dándole unas palmadas en el brazo y se fue. Maxin siguió tomando alcohol y fue a bailar con sus amigas. Después de unas horas, Manu borracho se acercó a Nain.

-Ay no, ¿Ahora qué?- pensó.

-Nain, hola- su aliento apestaba a alcohol.

Nain se alejó haciendo que Manu se molestara.

-Deja de evitarme y seamos amigos- dijo con un tono de embriaguez en su voz.

-No quiero, no me interesa tu amistad.

-Ándale muñeco, seamos amigos- lo abrazó.

-¡Aléjate!- se lo quitó de encima.

Manu estaba muy borracho y se lanzó contra él, ambos cayeron al suelo, los billetes que había ganado volaron por toda la sala. Muchos jóvenes se acercaron y tomaron parte del dinero.

-¡Imbécil!- exclamó Nain.

-¡Dinero gratis!- gritó Manu.

Maxin y Adriel se acercaron a ellos pero en eso, Nain muy molesto por lo ocurrido se levantó y golpeó en la cara a Manu hasta sacarle sangre. Le dejó un ojo morado y simplemente se fue.

Adriel se molestó mucho y apagó la música.

-Váyanse de mi casa, se acabó la fiesta.

Todos se quedaron en silencio.

-Es en serio, váyanse- repitió.

-¡Ay Manu, todo por tu culpa! ¿Cuándo dejarás de ser un idiota?- dijo una chica.

-Quienes hayan tomado el dinero devuélvanlo, no es de ustedes- dijo Maxin.

Algunos jóvenes devolvieron una parte del dinero, recuperaron al menos la mitad de lo que Nain había vendido, los demás se lo llevaron. Adriel salió corriendo detrás del chico con la esperanza de encontrarlo antes de que se fuera.

Nain arrancó el carro y comenzó a manejar tranquilamente a casa, en la siguiente esquina se encontró a Adriel, quién le hizo la parada. Suspiró y se detuvo, bajó la ventanilla y lo saludó.

-¿Puedo subirme?- preguntó.

Nain le abrió la puerta.

-Oye lamento lo que ocurrió, Manu es muy idiota, más cuando está borracho.

-No importa, al menos le di su merecido.

-Buen golpe por cierto- sonrió.

Nain detuvo el carro a unas pocas calles de la casa de Adriel, eran las tres de la madrugada.

-¿Te sientes más tranquilo, Nain?

-Sí un poco, aunque sigo molesto- frunció el ceño mientras sujetaba el volante.

-Sé que puede ayudar a relajarte.

Adriel sacó un porro de marihuana y lo prendió, fumó un poco y le ofreció a Nain.

-Tiene mucho que no fumo…- admitió el rubio.

-¿En serio fumabas marihuana? Nunca lo pensé de ti.

-¿Sólo por qué no bebo alcohol?

-Bueno si, te ves muy tranquilo- dio una calada.

-Gracias, supongo- sonrió ligeramente.

Se quedaron en silencio unos minutos mientras Adriel daba más caladas.

-¿Por qué nunca me miras a los ojos?- preguntó Adriel.

Nain no sabía qué responder, sujetó el volante con fuerza y apretó las manos.

-Qué mi facha de rudo no te intimide, no soy mala persona pero en serio, las pocas veces que hemos hablado nunca me miras, me llaman la atención tus ojos, es heterocromía, ¿cierto?

-Sí- respondió y lo volteó a ver.

Ambas miradas se cruzaron, los ojos de Adriel eran color miel, además Nain se tomó el tiempo de apreciar bien su rostro, ahora que lo veía fijamente le parecía aún más atractivo.

Reaccionó y le quitó la mirada de encima, Adriel sólo sonrió muy pícaro.

-Entonces ¿Quieres fumar?- preguntó con voz profunda.

-Está bien, sí quiero.

Nain iba a tomar el porro cuando vio que Adriel fumó primero y luego se acercó a su boca para pasarle el humo. Su corazón comenzó a latir con rapidez nuevamente, sus sentidos se agudizaron, podía escuchar al grillo cantar, el semáforo cambiando de color e incluso su respiración.

Adriel se detuvo a pocos centímetros de su boca.

-¿Nunca has fumado así?- le preguntó sin quitar la mirada de sus labios.

Los labios de Nain eran delgados y se veían suaves, al igual que los de Adriel.

-No…- tragó saliva.

-Ok- soltó el humo hacia el otro lado para no echarlo en su cara.

Adriel dio otra calada y volvió a acercarse a Nain hasta juntar sus labios con los de él. Nain jaló el humo y luego se separó.

-Sabe mejor así- dijo Adriel.

Nain sacó el resto del humo por la nariz sin decir nada.

-Te veo el lunes en la escuela- se despidió bajando del carro.

Nain arrancó y se fue directo a casa. Al llegar se encerró en su habitación y tumbado sobre la cama estaba reviviendo en su mente lo sucedido con Adriel esa noche. Por su parte, Adriel caminaba de regreso a su casa, apagó lo que sobró del porro y lo guardó en su bolsillo. Al llegar encontró a Maxin recogiendo todo.

-Te tardaste, ¿Todo bien?- le preguntó.

-Todo bien ¿Y el dinero?

-Las niñas quieren entregárselo directamente a él.

-De acuerdo, me iré a duchar.

-Enseguida te alcanzo.

Adriel abrió la llave de la regadera, esperaba a que saliera agua caliente, mientras se desnudaba frente al espejo y contemplaba su escultural cuerpo marcado. Cuando el vapor comenzó a salir se metió para ducharse. Por fuera Maxin lo esperaba aunque escuchó ruidos raros viniendo de adentro.

-Ahh…

Ella pegó la oreja a la puerta tratando de escuchar más.

-Ahh…

Se quedó sorprendida y volvió a la cama. Cuando Adriel salió del baño agarró valor para preguntarle directamente.

-¿Te estabas masturbando?

Adriel secó su cabello con la toalla y al mismo tiempo le contestó.

-No, ¿Por?- agitó su largo cabello.

-Me pareció escuchar ruidos- miró disimuladamente hacia otro lado.

-Estás loca- le arrojó la toalla a la cara.

Fueron a dormir, al otro día Maxin volvió a su casa y durante todo el fin de semana no vio a Nain.

Al llegar el lunes, vio que Nain tenía problemas para arrancar su carro así que Maxin se ofreció a llevarlo en el suyo. Él aceptó y llegaron juntos. Cuando entró al campus, las chicas que le habían comprado le dieron el dinero completo de vuelta.

-Recuperamos una parte del dinero, la otra mitad la puso Adriel, esto es tuyo, por favor acéptalo.

-Gracias- tomó el dinero- Por cierto, dentro de un mes habrá un evento privado de Hunter Lob, les puedo conseguir cinco pases por si quieren ir.

-¡Sí!- gritaron emocionadas.

Nain les sonrió y luego ellas se fueron a clases.

El salón de Adriel y Maxin tenía solo una hora de la primera clase mientras que el grupo de Nain tenía dos horas seguidas. Al finalizar su clase, Adriel salió del salón sin esperar a Maxin, ella salió detrás de él y lo siguió sigilosamente.

Vio que se detuvo en el pasillo del salón de Nain y se paró frente a la ventana, parecía estar viéndolo a él.

-Sospechoso…- pensó ella.

Estuvo ahí unos minutos viendo y luego se fue, continuó siguiéndolo hasta que entró al baño de hombres por lo que decidió esperarlo afuera.

-Aquí estás, ¿Quieres desayunar algo?- trató de actuar normal.

-Compramos algo en la cafetería y después nos sentamos en el patio, ¿Qué te parece?

-Sí, claro.

Maxin estaba extrañada, Adriel nunca había querido comer en el patio pero le siguió la corriente, compraron su desayuno y comieron fuera de la cafetería.

-¿Dónde quieres sentarte?

-Allá- señaló hacia una banca que daba a las escaleras de los salones de nuevo ingreso.

-Ok.

Comieron en silencio y al finalizar la segunda hora de Nain, su grupo salió y bajó por las escaleras, justo donde los dos amigos estaban. Maxin miró a Adriel, él parecía estar perdido en sus pensamientos.

Las clases continuaron normal, cada hora Adriel salía sin esperar a Maxin y hacia exactamente lo mismo, pararse frente a la ventana del salón de Nain. Ella muy decidida caminó cerca del salón, fingiendo que Adriel no estaba ahí y cuando Nain salió le habló.

-Hola Nain, ¿Qué haces?

-Hola Maxin, voy a la biblioteca a hacer un trabajo.

Adriel los miró desde lejos.

-Bueno pues te acompaño, igual tengo que buscar un libro.

Maxin tomó el brazo de Nain y se recargó en él mientras caminaban. Adriel se dio la vuelta y fue en busca de Manu, lo encontró en el patio trasero jugando básquetbol con sus amigos.

-Ven aquí Manu.

-¿Qué pasó rey?

-No vuelvas a molestar a Nain.

-No he hecho nada hoy- frunció el ceño.

-No vuelvas a molestarlo, ni a provocarlo- decía serio.

-No golpea tan fuerte, ni sentí nada- dijo cruzándose de brazos.

Adriel lo miró, Manu tenía la nariz rota y su ojo seguía inflamado, era cierto que lo había golpeado bastante fuerte pero su orgullo no quería reconocerlo.

-Aléjate de él o te las verás conmigo- lo amenazó.

Manu no dijo nada, sólo lo miró raro y se fue a jugar nuevamente.

Al otro día, todas las chicas del campus estaban emocionadas y enamoradas al ver llegar a Adriel con ropa parecida a la que Nain usó en la fiesta, sólo que la camisa era negra.

-Qué guapo es- decían completamente enloquecidas.

Nain se sorprendió por tanto alboroto así que se acercó a ver qué pasaba. Vio a Adriel vestido bastante semejante a él, eso le pareció raro pero no le dio importancia.

Fue al baño, se lavó las manos y cuando iba a secarse, Adriel entró. Ambos se miraron, Nain desvió la mirada rápidamente y buscó papel para secarse.

-Me pasas un poco de papel para secarme las manos por favor- dijo Adriel.

-Claro.

Cortó un poco y caminó hacia él para dárselo pero sin darse cuenta se resbaló pues el piso estaba un poco mojado. Antes de caer Adriel lo sujetó con fuerza, Nain se sonrojó, sobre todo porque su cara quedó frente al pecho de Adriel.

-Perdón- dijo en voz baja.

Adriel lo tomó de las manos para ayudarlo a levantarse bien. Nain se ruborizó así que salió corriendo del baño. Maxin lo vio salir, después vio que Adriel salió.

Volvió al salón y golpeó el pupitre de Adriel.

-Ya sé quién te gusta- le dijo muy segura.

Adriel se sorprendió.

-Baja la voz, pareces una loca.

-Ya sé quién te gusta- le murmuró al oído.

-Disculpa, ¿Qué?

-Te conozco desde que somos niños, nunca antes te había gustado alguien pero ahora sé quién es.

-Cállate Maxin, hablamos de eso luego.

A la hora de salida, Maxin buscó a Nain para llevarlo a casa pero él había tenido que ir a otro lado así que se había retirado antes, entonces fue en busca de Adriel.

-Te veo en el centro comercial- le dijo.

Adriel llegó y esperó a Maxin, cuando ella apareció fueron a la zona de comida y luego de comprar algo tuvieron una importante conversación.

-Te gusta Nain- dijo ella.

Adriel se sonrojó un poco intimidado por el comentario.

-Aunque lo niegues, has estado actuando raro, estuviste observándolo durante clases, te vistes igual que él y lo vi salir del baño muy incómodo, después saliste tú, si no te gusta lo estás molestando ¿No es así?

-No lo estoy molestando- dio un sorbo a su bebida fría.

-Entonces te gusta- alzó la voz.

Adriel estaba nervioso, comenzaba a sudar.

-Nunca te había gustado alguien y ahora te atrae el niño con heterocromía.

Adriel la ignoró y siguió tomando su bebida.

-¿Desde cuándo te gusta?- preguntó insistente.

-No me gusta- bebió más- Sólo lo estoy protegiendo de Manu.

Maxin rió con fuerza.

-¿Por qué? No digas que a ti te molestaban en la escuela porque eso jamás ha sido verdad.

-¡Ay!, bien, tu ganas, si me gusta él- aceptó sonrojado y el ceño fruncido.

Los ojos de Maxin brillaron, le causaba ternura toda esa situación.

-Pero no sé si yo le gusto también…- bajó la mirada.

-Tienes a todas las niñas locas por ti, no veo por qué no le gustarías a los niños también.

-Intento acercarme a él pero se aleja, creo que no le agrado.

-Hay que averiguar si le gustas.

-¿Y cómo? ¿Preguntando directamente?

-Tengo una idea, confía en mí.