Enfadada, Huo Mian dejó ir a Su Yu, haciendo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.
—Mujer maldita ¿por qué me dejaste ir? ¿Quieres matarme?
—Se llama terapia de tortura mental —dijo Huo Mian, mirándolo de manera provocadora para vengarse por su comentario de más temprano.
—¿Qué clase de estúpida terapia es esa? Voy a presentar una queja —protestó Su Yu.
—Genial, lo peor que puede pasar es que me despidan. No moriré sin este trabajo. Escúcheme, Su Yu. Ya me cansé de cuidarlo. ¡Es aún más molesto que el hombre de la habitación de al lado! Preferiría jugar ajedrez con él que tener que poner intravenosas ansiosamente.
Dicho esto, Huo Mian se volteó y se marchó.
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