—No Sra. Qin, oyó mal nuestra conversación. Mi madre dijo que debíamos descansar en caso de que estuviéramos muy exhaustas para cuidar de Qin Chu cuando despierte. En cuanto a la vida y la muerte, dijo que debemos valorar nuestros días ya que no sabemos que vendrá primero, un accidente o el día de mañana. Probablemente eso sea lo que haya escuchado. —Song Yishi ladeó la cabeza y sonrió
—¿Así es? —preguntó la Sra. Qin, con algo de sospecha en sus ojos.
Song Yishi miró a Qin Chu y sonrió tímidamente.
—Qin Chu, ¡sabía que estarías bien! Recé por ti muchas veces, y sabía que dios te protegería.
—Gracias. —Qin Chu escaneó el rostro de Song Yishi sin mucha emoción.
—Chu, trae a Huo Mian a la casa cuando te sientas mejor. Tu madre y yo hemos decidido disculparnos. De verdad puedes juzgar el carácter de alguien cuando se trata de la vida y la muerte. Estuviste muy cerca, y ella también —dijo el Sr. Qin.
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