—Yunchu, estoy impresionada por tu elección de palabras. Nada mal, hijo mío —rió Jiang Xiaowei.
Wei Yunchu miró a su madre con una expresión de sorpresa, ¡ese no era el punto! ¡El punto era que lo estaban acosando!
—Pudin, ¿por qué no detuviste a tu hermana para que no hiciera algo tan absurdo?
—Mami, si tú no puedes disciplinarla, ¿cómo esperas que lo haga yo? No soy omnipotente... Piensas demasiado bien de mí —contestó con calma Pudin mientras le daba un sorbo a su jugo.
Finalmente, Huo Mian ya no pudo controlarse más.
—¡Mire a sus hijas, señor Qin!
—Aún son pequeñas, tenemos que tener paciencia —Qin Chu sonrió con dulzura.
—¿Cómo que son pequeñas? No lucen en lo más mínimo como si tuvieran tres años... ¡Si no las disciplinas ahora, nunca tendrás la oportunidad! —intervino Gao Ran.
En ese momento, Frijolito miró a Gao Ran. El cerebro le daba vueltas.
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