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La Leyenda del Scire

Vlas Windsor vive en tranquilidad en su reino natal, Remia... Con una alta posición en la sociedad, fama, dinero, influencia y reconocimiento, se considera feliz, mayormente recordando que siempre se encuentra acompañado de sus mejores amigas: Zenda y Kora Allen. Quizás su vida parecía demasiado perfecta para ser real, pero en realidad había únicamente una cosa que lo atormentaba desde aquella fría noche que tuvo lugar diez años atrás... Esas pérdidas que lo marcaron para siempre. Rhys Windsor reside en Fons, acompañado de su hermosa esposa, Lara Harch, y de la hija adoptiva de ambos, la joven Leah Foster, además de otras personas que conoció en su recorrido por el mundo en el transcurso de unos largos diez años; a quienes terminó por tomarle mucho cariño. Con la idea de protegerlos y darles felicidad tiene sólo un propósito en su cabeza... Acabar con su padre de una vez por todas. Pero aunque parezca algo simple para él y todas sus hazañas logradas, se torna complicado cuando los fantasmas del pasado reaparecen y debe cumplir esa promesa que parecía haberse roto hacía demasiado tiempo, volver a por su hermano y su madre a su hogar, Remia, temiendo que el dolor por aquella fría noche que tuvo lugar diez años atrás todavía siguiera latente. Luego de esa repentina caída de asteroides en Remia todo cambia para los hermanos Windsor. Rhys regresa a Remia dispuesto a acabar con la tragedia en su familia para siempre, y la vida de Vlas da un giro inesperado dejando a su destino esperando por él... Con esa decisión que lo torturará por lo que dure su vida. Quizás el talento y la estirpe Di Rem-Windsor fueron su mayor perdición, pero poder superar los obstáculos que hicieron presencia en sus vidas a causa de sus inevitables destinos es el impulso que los hace seguir adelante... Lo único que desean es no ceder ante aquello que siempre despreciaron, y que al final, les terminó quitando todo...

FlageAc · Acción
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73 Chs

Capítulo 31: Entre el amor y la pasión nacen emociones que regalan momentos inolvidables  

Fons, Ash, Residencia Harch - 2 de Mayo - Año 526

 

Vlas había dormido toda la tarde luego de levantarse temprano para entrenar con Rhys esa mañana. Él se había ido casi al mediodía junto con Lara, al parecer ambos tenían una reunión en el Palacio Real con el rey. Por lo tanto, él se había quedado solo en la casa, ya que Leah estaba en la universidad.

 —Ey, ya volviste. —Al entrar a la sala de estar, Vlas vio a Leah sentada en al sofá, mirando la televisión—. Que lindo verte. —Sonrió.

 —No nos hemos visto en todo el día —ella replicó.

 Desde ese día en el que se declararon su amor, su relación no había parado de avanzar. Tenían algunas charlas profundas muchas veces, eran largas, duraban horas, él le había contado mucho de su vida en Remia, de su pasado, de aquello que sentía sobre muchas cosas, como su relación con su familia, con Zenda, su promesa con Kora, y aunque ella ya lo supiera, lo que quería lograr desde ese día en el que habló con Rhys y decidió su propio camino. Vlas sintió que ella sabía cómo comprenderlo, a veces no decía nada ante sus declaraciones, pero tomaba su mano con fuerza, o le daba un abrazo, y eso, era suficiente para saber que ella estaba ahí, y lo oía... Lo consolaba.

 También dormían juntos todas la noches, en la habitación de Leah. Vlas sabía lo que eso significaba, era una gran demostración de confianza y privacidad de parte de Leah. Ella, al igual que él le había contado sus propios sentimientos, y pensamientos, también lo hizo. Ella nunca había estado con un chico, y aún conservaba su virginidad. Vlas no quería hablar mucho de eso igualmente, aunque le dejó en claro que él ya había tenido su primera vez, con Zenda... Esa noche.

Leah después de oír eso no volvió a mencionar el tema, aun sabiendo que sus noches juntos eran cada vez un paso más cerca hasta ese momento, y aunque mantuviera cierta inocencia en ese sentido, clamando ternura y calidez a su lado esas noches que dormían abrazados, a veces pensaba en dar ese paso, pero volvía al lugar de inicio cuando se percataba que aún estaba en ese estrado en el cual saber cuándo sería el momento indicado era complicado, sintiendo que... Tal vez, no estaba preparada todavía para entregarse a Vlas de esa manera.

—Cierto, ¿Cómo estuvo tu día? —Vlas se sentó a su lado.

—Normal, tú sabes... Una que otra clase aburrida, presentar tareas, volver y estudiar algunas horas, de hecho, me senté a descansar apenas hace veinte minutos, quería ver una película, y luego... Dormir, a tu lado —respondió ella, inclinándose un poco hacia él.

—Sí, claro... Como todos los días. —Él la ayudó a recostar su cabeza en su hombro, y luego colocó su brazo a través de su espalda—. Leah... Eres tan cálida —dijo, al sentir el roce de sus palmas.

—Me gusta estar a tu lado, tonto... Me gusta... —ella dijo, pero paró al final.

«No hay nadie en la casa... Sólo él y yo», pensó.

—A mí también me gusta, Leah. —Vlas notó, bajo el cabello que caía por el rostro de Leah, sus labios fruncidos, ella obviamente había querido decir algo más, pero no se atrevió—. ¿Pasa algo, hermosa? —preguntó.

—Sólo... Sólo quería decirte que te amo, Vlas. —Ella apretó más fuerte la mano de Vlas, y ligeramente fue moviéndose poco a poco más a él, hasta conseguir esconder su rostro en su pecho. Haber dicho eso había sido vergonzoso, y su rostro reaccionó a esa sensación, tornándose rojo.

—Eres tan linda —Vlas rio, y sabiendo que ella se había avergonzado, ayudó a sosegar ese sentimiento acariciando su cabello, con delicadeza—. Yo también te amo, Leah... Ya te lo he hecho saber —añadió, y con un sutil movimiento, la llevó hacia él, hasta tomarla de la cintura. Logró dar una vuelta para poder recostarse en el sofá, con su espalda apoyándose en el asiento, y posicionando a Leah encima suyo.

Ella sintió todo ese movimiento y no pudo evitar alzar su mirada, sabía qué posición habían tomado, porque tal inclinación en su posición delataba lo que él había hecho con los cuerpos de ambos. Al permitir que su rostro dejara de esconderse entre los brazos de su novio, su vista consiguió acaparar esos hermosos ojos verdes, brillantes, ardientes y apasionados. No paraban de mirarla con una emoción que saltaba a la vista... Tal emoción, ¿Era por ella?

Al percatarse de esto, el corazón de Leah comenzó a latir mucho más rápido que lo normal, y estaba tan nerviosa y emocionada que sus manos temblaban, seguramente él se daría cuenta de eso en un instante.

—Leah, ¿Qué pasa, bonita? ¿Por qué estás tan nerviosa? ¿Acaso... Es una situación incómoda? —Vlas tomó su rostro entre sus palmas. Tan angelical, tan tierna... Una preciosura entre sus brazos.

«Mi corazón también late muy rápido, pero ella no se percató», pensó Vlas.

Leah. Su cabello rubio. Leah. Sus ojos marrones. Leah. Su rostro, pequeño. Leah. Sus labios, finos. Leah. Su nariz, diminuta. Leah. Su piel, suave. Leah... Ella... Única.

Vlas sabía que él estaba apurándose en ese sentido, y no era porque tuviera experiencia previa, o porque supiera cómo todo comenzaba en ese instante. Era por Leah, porque sabía que ella aún no se sentía preparada, y porque, aunque lo estuviera, iba a procurar su comodidad ante todo.

Pero, no podía siquiera querer dejar pasar ese momento, ya que habían llegado hasta ese punto, en el que ambos se encontraban casi en la misma sintonía, porque con sólo algunas sensaciones parecidas, miradas y respiraciones entremezcladas se podía distinguir el deseo en el ambiente, ese anhelo de que sucediera, de que sus cuerpos se unieran, de que sus almas clamaran una armonía mutua, compartir ese calor, esa sensación de arraigo el uno del otro... Sobrepasar el amor... Llegar el núcleo de su relación, y de ahí... Saber que no había vuelta atrás.

—Vlas, es que... Eres tan lindo, y me siento avergonzada cada vez que pienso que me gustas demasiado, y que... Quisiera hacer tantas cosas contigo... Yo... —Ella miró los profundos ojos de Vlas, buscando una explicación a lo que le estaba sucediendo. Sus palmas sudaban, su agitación aumentó, y entre tantas cosas, no pudo evitar pensar: ¿Su cuerpo se lo estaba pidiendo?

—Leah... Entiendo que soy el primero, entiendo que muchas cosas pasaron entre nosotros, que... Te dije muchas cosas de mí, asi como tú me dijiste muchas cosas de ti misma, nos conocimos, encontramos comodidad el uno en el otro, logramos confianza... Conseguimos intimidad... Leah... Te amo, Leah... Y quiero seguir amándote más tiempo, cuidarte el resto de mi vida... Y que tú y yo no nos separemos jamás... Leah... Quiero hacerte feliz... Quiero... Te quiero a ti... Estar contigo... Sólo eso... Sólo nosotros... Unidos... Juntos... Para siempre.

No era una indecisión, estaba claro lo que él sentía... Lo que él quería. Ese ligera palpitación en su voz, denotando agitación, demostrando deseo... Amor... Pasión... La necesidad de superar barreras, de no estancarse, de que los sentimientos surgieran con viveza, como un fuego inextinguible, que los envolviera... Que los convirtiera en uno.

—Vlas... Tengo miedo. —Ella supo de dónde venía tal agitación, tal corazonada... Tal estremecimiento.

—¿Miedo? ¿De qué?

—De no saber a dónde nos llevará esta situación.

—Nos llevará hacia donde tú quieras que nos lleve... Yo no haré nada que tú no desees, Leah... Yo... Sólo estoy para ti —aseguró él.

La situación se volteó para ambos. Había cambiado. Ella se sintió extrañamente cómoda con las firmes palabras del chico. Vlas le daba seguridad, como él mismo lo había dicho. Le daba confianza. Permitía su propia intimidad. Consideraba su preocupación, sus deseos. Y eso la hacía muy feliz. Sintiendo como el ambiente se volvía cada vez más perfecto para ambos.

—Quiero algo... Pero... Todavía no sé qué es... —respondió, confundida, enredada entre tantas emociones juntas, al mismo tiempo, un torbellino dentro sí... Y ya no aguantaba más, su corazón estaba a punto de estallar.

—Sólo debes pensar en ti en este momento, Leah... Qué es lo que quieres para ti... Nada más —declaró Vlas, con tranquilidad.

Ese tono de voz, suave y cálido, la calmó... Hasta cierto punto.

Pensó demasiado lo que planeaba decir. Sabía que no iba a haber retorno luego de que esas palabras salieron de su boca, y por esa razón, apretando fuertemente la mano de Vlas, se preguntó tantas cosas: ¿Acaso realmente el chico que estaba frente a ella en ese momento podía darle lo que quería? ¿Era Vlas el indicado? Tantas preguntas que pasaron por su cabeza, pero que no pudo encontrarle respuestas a ninguna.

De tantas veces que habló con Mya sobre eso, los avisos de Lara, miradas silenciosas que le pedían cuidado. Esa incomodidad cuando sus compañeros mencionaban el tema. No sentirse segura de hacerlo. No sentirse bien consigo misma al no haberlo hecho. Pensar en Vlas, al mismo tiempo que pensaba en lo dicho por él. En no ser suficiente para satisfacer su deseo. Hasta compararse con Zenda, y odiar injustamente que ella hubiese sido la primera vez de él, ya que... Si no se sentía igual, ¿Él qué pensaría?

También el egoísmo y orgullo de sentirse amada y necesitada por él, de ser la única que él quería en su vida, en ese momento... De ser la imagen de sus ojos, el fuego de su alma, la razón de su pasión. Así como la sensación de despojo, de aceptar entregarse a él, en cuerpo y alma, de sentirlo dentro de ella. El miedo al dolor, al daño, a las consecuencias, a la desilusión. Que, al final, tal suceso no fuera como ella siempre lo imaginó. De no saber qué hacer, de no ver el futuro. El miedo a la soledad, aunque inconsciente e irreflexivo, posible, a que eso fuera lo único que él quisiera... De que luego... Ya no sirviera. La felicidad de ser elegida por él, de ella haberlo elegido igualmente. De que eso fuera el comienzo de mucho. Un vistazo a años adelante. A un anillo de matrimonio. A una vida juntos. A muchos hijos. A su mirada perpetua... A que... Como él lo había dicho... No se separaran jamás.

Eligió amar a Vlas. Eligió... Tomar ese riesgo. Lanzarse al vacío esperando que él la atrapara en sus brazos, y le diera luz, le diera vida... Tal como en ese momento. Todo su amor, su adolescencia, su inocencia y su camino se habían decidido para confluir en ese instante. En el descubrimiento de nuevos sentimientos, de nuevos deseos, de nuevos gustos. En el descubrimiento de su sexualidad, y de que ese mundo que antes veía con unos ojos restringidos, se ampliara, y muchas cosas comenzaran a tener un sentido más allá que el que ella llegó a darles en el pasado.

«¿Qué deseas Leah? ¿Qué...? ¿Qué quieres de Vlas? —se preguntó—. Confianza... Cariño... Protección... Calor —se respondió».

Y entre su propio deseo y anhelo, creyó que él logró leerle la mente, o tal vez ya habían comenzado a unirse antes de todo, por eso, tal vez... Se decidió en ese momento en el cual escuchó las palabras de Vlas:

—Elijas lo que elijas... Haré lo imposible para otorgártelo, Leah... Haré lo imposible para que te sientas bien... Para que te sientas cómoda... Tu bienestar es mi prioridad... Tu cuidado... Tu vida... Leah... Yo... Prometo que no te haré daño, que... Pase lo que pase... Sólo importarás tú.

Listo. Con esas palabras él había dicho todo. Lo supo, porque su corazón paró un momento, al comprender que eso era lo que ella quería... Que sólo importara él dentro de su mente... Que, ambos pensaran lo mismo, al mismo tiempo... Que ambos sintieran lo mismo... Que ambos quisieran lo mismo.

Vlas quería a Leah... Y ella... Ella quería a Vlas.

—Te quiero a ti —respondió, acercándose a sus labios.

Por un segundo, el espació se congeló. Sólo se escuchó la respiración de ambos mientras se miraban a los ojos. Deseo y amor... Eso era lo único que los rodeaba.

Lo besó, y sintió que su cuerpo entero hervía. Apretó sus manos y se recostó todavía más a él, sintiendo una extrema felicidad y placidez. En ese momento, en su mente, sólo había una imagen: Era ella, caminando sola, por un cielo de nubes... Tratando de llegar a un lugar, lejano, que anheló llegar... Que soñó tocar... Ella sólo estaba... Llamando a las puertas del cielo.

—Debo confirmarlo, Leah... ¿Realmente lo quieres? —Vlas estaba listo, y esa sentencia de parte de Leah, daría paso a todo.

—Sí... Es lo que quiero, si no eres tú... No será nadie. —Ella inhaló profundamente, sintió que estaba a punto de desmayarse, y antes de perder el aire, acercándose al oído de Vlas, lo soltó—: Hazme una mujer... Vlas.

El beso que llegó después sólo lo confirmó aún más.

 

Más tarde...

 

VLAS

 

 —Vlas, pequeño... Despierta, ¿O vas a dormir toda la vida? —alguien me llamó.

 ¿Espera? ¿Qué? Esa voz, era imposible. ¿Por qué ella estaba ahí?

 —Zenda... —con eso dije todo.

¿Qué más podía expresar? ¿Qué era eso que estaba pasando?

 —No tardaste casi nada en darte cuenta, bueno, supongo que aún me recuerdas —dijo ella.

 Claro que lo hago, ¿Cómo podría olvidarte? Pero, ¿Dónde estaba? ¿Por qué justo Zenda me había despertado? Quise encontrarle lógica a todo, di un vistazo a mis alrededores, era un bonito lugar, había árboles, altos, tan altos como el cielo, un suelo repleto de hojas de estos mismos, donde yo estaba acostado. Zenda estaba ahí, agachada frente a mí, su rostro dejaba ver su miramiento hacia mi persona. Nos rodeaba un río, de agua cristalina, daba la sensación de que brillaba. Como los ojos de ella.

 —Sí... Te recuerdo... Tú... Estás aquí.

 Comencé a darme cuenta poco a poco lo que estaba pasando, a comprender la situación. En primer lugar, ese escenario donde ambos estábamos, era tan fantasioso que dejó en claro al instante que era imaginario. Recordé la sensación que me dejó aquella vez que recibí mi Scire, y mi recorrido con «Ser» por el Vacío Temporal. De tal manera, al recordar eso, recordé lo que Rhys me había dicho ese día cuando mi Scire se descontroló: «Zenda es tu Scire, ella está en ti hace mucho tiempo». Y con eso, sus palabras también consiguieron que las entendiera, por eso asumió que aún la recordaba... Eso daba muchas certezas, Zenda estaba ahí porque mi alma había necesitado muchas respuestas, y ella... Era la representación de mi alma en mi mente, de mi Scire, de mis deseos... Ella... Estaba ahí porque su vida había pasado a formar parte de mi hacía mucho tiempo atrás.

 —Ven, levántate, hay algunas cosas de las cuales debemos hablar.

Ella me alcanzó con su mano, y con un poco de mi ayuda, a la vez que su movimiento, me puse de pie.

—¿Algunas cosas de las cuales debemos hablar? —pregunté, confundido.

—¿Te diste cuenta que llegaste a este lugar luego de ese momento? Me refiero a tu unión con Leah —ella mencionó.

—Cierto... Ella y yo... Tuvimos nuestra primera vez —realicé—. ¿Entonces ahora mismo estoy dormido en mi realidad?

—Algo por el estilo, el Scire responde a emociones, Vlas... Y tú estás aquí porque tu propio alma lo decidió... Debemos ponernos al día, ¿Cierto?

Zenda iba delante mío en nuestra caminata, adentrándonos cada vez más dentro del bosque en el que había despertado, siguiendo el borde de ese río.

—¿Emociones?

—Emociones que necesitan respuesta, o al menos una comprensión subjetiva de ti mismo, tienes suerte de que esté aquí... Creo que soy la persona que más te conoce, podré darte algunos consejos —dijo ella entre risas.

—Dentro de todo —aludí.

—Tardaste mucho en percatarte de tus sentimientos por Leah, ¿No?

—Bueno, tú aun seguías en mi mente, Zenda, y el dolor de tu pérdida me había nublado el juicio, había suprimido muchos sentimientos que no quise sentir, por miedo... Por inseguridad.

—Sí, lo sé, pero sabías que ella te gustaba, siempre lo supiste, haberlo ocultado detrás de tantas capas de negación fue una tontería, ¿Por qué decidiste lastimarte a ti mismo por tal miedo?

—No decidí lastimarme a mí mismo, lo hice justamente para no lastimarme, para no... Sufrir de nuevo lo que sufrí cuando te fuiste de mi lado.

—Ciertamente, pero, te estabas lastimando, porque no querías estar lejos de nadie, no querías sentir que eras un decepción para Rhys, o verte como el raro que no quería relacionarse con aquellos de los que necesitaba, con aquellos de los que anhelaba oír esa afirmación.

—Lo hice, luego de que ellos me lo hicieron saber, emprendí un camino, Zenda, tú lo sabes, estabas ahí cuando lo decidí... Esa noche, tu estrella brillaba en lo alto.

—Vlas, ¿Sabes? Yo siempre noté cierto patrón en tu accionar, en tu forma de expresar sentimientos, de darte cuenta de estos mismos también... Sé que das vueltas, estuviste diez años para hacerme saber que me amabas, y no es un reproche, fue un momento hermoso... Pero dime, ¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Porque tenía miedo de que tú no pensaras lo mismo, de que no tomaras mi declaración de la manera que quería, y que todo entre nosotros se terminara.

—¿Te diste cuenta?

—¿De qué?

—Del patrón.

—¿De no saber cómo tú ibas a responderme?

—Del miedo, Vlas... Ese patrón que se repite en tus sentimientos es el miedo —ella reveló—. Dime, ¿Por qué jamás le hiciste saber a tu madre todo eso que siempre ocultaste por dieciséis años?

—Porque luego de lo que sucedió con mis hermanos tome cierto alejamiento de ella, sabía que el recuerdo de ellos la lastimaba, sabía que yo era una parte esencial del recuerdo de ellos, ella me lo dijo mil veces, mi rostro le recordaba al de Rhys... Y no quería lastimarla, tampoco lo vi como una necesidad, sabía que ella me amaba, y que yo también, y dentro de tantos sentimientos que había en torno a nuestra relación, a lo que habíamos pasado, a todo eso... Tal vez no quería expresarlos por miedo a que estos no fueran suficiente para su propia pena... En ese momento creí lógico mi accionar, años después me di cuenta de que ella sólo necesitaba ese cariño de mi parte, que con eso... Era suficiente para consolar su dolor.

—¿Por qué no permitiste que Rhys te ayudara al inicio? Cuando te mudaste a Fons.

—Si no estaba a la talla, él... ¿Cómo me iba a ver? En ese momento no lo sabía, no sabía que a él no le importaba la decisión que yo pensara tomar, que me iba a amar y apoyar igual.

—¿Ves? ¿Por qué tanto miedo? Sé que en el pasado, amar te pasó factura... Con Demian, con Rhys... Conmigo... Pero, ¿Por qué, Vlas? ¿Por qué tienes tanto miedo?

—Ya te lo dije, no puedo comprender los sentimientos de los demás, no quiero correr el riesgo a que lo que yo siento, no pueda serme devuelto, tener que reprimirlo, no poder sentirlos de nuevo... Tener que sufrir en silencio... En soledad.

 —El miedo a la soledad es inevitable, casi inconsolable, porque es una constante en la mente humana, y eso lo sé yo, lo sabes tú, y lo sabe todo el mundo... Pero no es una excusa, no es una explicación tampoco, los lazos que formamos son aquellos que con el tiempo van haciendo de esta sensación una sensación desacertada e inservible... Nunca estarás solo si tienes personas a tu lado, y de ahí, de ahí viene tu complicación... Sé que para formar lazos se necesita de confianza, y la confianza es complicada también... Y no me refiero sólo a confianza con la otra persona, sino que con uno mismo. 

 —¿Crees que no tengo confianza?

 —No del todo, eres un chico determinando, tienes cierta firmeza en tus palabras, en tus sentimientos y en tus deseos, sabes qué es lo que puedes conseguir, y aquello que te ayudará a hacerlo... Pero, la confianza no sólo se resume al plano superficial, a un sueño determinado... Va más allá, va hasta el lugar más profundo de tu alma, el inicio de tus motivaciones, la esencia de tu persona... Yo no quiero decir que seas emocionalmente inestable o dependiente de los demás, pero... Ese miedo que tú tienes, se repite, y se repite con cada nueva relación que formas, y tú no tienes miedo a quedarte solo, porque sabes que ellos jamás te harían de lado... En realidad, tienes miedo a no ser suficiente, a no estar a la altura.

 —Bueno, no voy a negar que a veces me siento relegado a un segundo plano, pero he trabajado en eso, Zenda... Sé que no podría llegar a lo que es Rhys, porque, no tengo esa forma de ser, y como tú dijiste, no es mi esencia, pero he tomado varias decisiones que me dejan en una posición en la cual yo quiero estar, y a la que me arraigo con firmeza... Hay cosas que me afectan, y eso es obvio, creo que hasta necesario, nadie es de hielo, y si tuviera que reprimir cada emoción que siento me volvería loco... Pero, ellos, hacen mucho por todos, hacen mucho por mí, Rhys básicamente vive y pelea por mí, para que sea feliz, me lo dijo él mismo, mamá sufrió diez años en silencio para que no me afectara el ambiente en el que vivíamos, y tú... Tú moriste por mí, Zenda... Mya estuvo a punto de hacerlo también.... Y Leah dijo que jamás me dejaría solo... Entonces, pienso: ¿Yo qué debería hacer? No puedo dejarlos a la deriva, no darles lo mismo que ustedes me dan... No puedo permitir que no haber estado a la altura me los vuelva a quitar... ¿Me entiendes?

 —¿Por qué con Leah fue con la única persona que no te sentiste así al inicio? Y entiendes a lo que me refiero.

 —Sí... No lo sé, ella es insistente, supongo que por eso... Porque, hizo muchas cosas por mí, y no esperó nada a cambio, y yo ya estaba demasiado decaído como para haberme dado cuenta que a ella no le podía devolver nada... De tal manera, sé que con ella es con la única que puedo sentirme inferior, porque sé que lo soy, y sólo me resigné a tal sentimiento, porque es injusto para ella que yo me sienta así en base a lo que hizo por mí.

 —¿Y quieres depender de su amor?

 —¿De qué manera?

 —Sucedió conmigo, pero eso acabó cuando me sacrifiqué por ti, todavía sigues persiguiendo esa estrella y anhelando cumplir mi promesa por ese sentimiento de no haber estado a la altura, y eso es bonito, porque no es algo que te haga daño, alimenta tu propia confianza, y tomaste esa reflexión que dejé al final como lema de vida, y vives por lo que quieres vivir, has elegido tal camino bajo tu propio razonamiento, por eso pregunté... Lo que quieres, ¿Es tener su amor para siempre?

 —Zenda, tú sabes lo que he pensado en torno a eso, desde hace mucho tiempo, y creo que te diste cuenta cuando me dejaste en claro que jamás te molestaría que estuviera con otra chica luego de verla.

 —Sí, es verdad... Y he conocido hasta el más mínimo de tus sentimientos por ella desde que me volví parte de tu alma, Vlas... Sé lo que sientes por ella, y sé lo que piensas de tu amor hacia ella... Por eso, te lo pregunto, para que lo entiendas, para que le des lógica a tu accionar esta noche, o a todas la veces que has estado a su lado, a la vez que la abrazaste pidiéndole que no te deje solo, cuando la besaste esa madrugada, cuando te percataste que la amabas, incluso cuando me amabas a mí... Todo eso tiene una base, Vlas... Y es base es la respuesta y la solución a tu miedo también, porque Leah supo ver a través de él, y apelar a otra forma de hacerte ver la realidad... Algo que nadie ha sido capaz antes... Ni yo.

 —Así que debo responder si quiero tener su amor para siempre... Vaya, es complicado de asumir, y no porque no la ame... Sino porque ponerte a pensar algo así es injusto para la otra persona, ya que... Si ella no quisiera amarme para siempre, ese amor no sería eterno.

 —¿Crees que ella te amará para siempre?

 —Si no lo hace... ¿Cuál sería mi respuesta?

 —No lo sé, eso lo sabes tú.

 —Tal vez... Sí... La amaría igualmente, porque el amor que siento por Leah es el único amor que no depende de lo que ella sienta por mí... Aunque... Ningún amor depende lo que ellos sientan por mí... ¿No es así?

 —Eso es lo que necesitas para dejar atrás ese miedo de sentirte a la altura, Vlas... La sensación de no depender del amor de nadie, sólo del que tú profesas, y aunque anheles que Leah te ame para siempre, amarla para siempre en realidad no depende de ella, sino de lo que tú quieras de ella... De tu vida, de vivir por ellos a pesar de todo.

 —¿Eso es vivir por mí? Dejar de sentir que ellos deben amarme como yo los amo a ellos... ¿Sabes? Ahora que lo pienso, ¿Eso es egoísta, cierto?

 —En cierto modo, comenzar a amar a alguien porque este te ama es egoísta, aunque, darte cuenta de que amabas a alguien luego de percatarte que te ama... Eso no es egoísta, y es lo que sucedió contigo... Tú amabas a Leah antes de darte cuenta que te amaba, pero el miedo a no ser suficiente cegó tu visión... Cuando supiste que con ella no ibas a tener ese miedo fue cuando te diste cuenta que la amabas por tus propios deseos, que la quisieron por lo que es... Y no por lo que siente.

 —Yo creí que Leah me amó antes.

 —Lo sé, se lo dijiste a tu madre... Pero, dime... Si pensaste eso, ¿Por qué luego dijiste que la amas desde que la conociste? Si en ese momento no sabías sus sentimientos.

 —Porque me di cuenta que mi amor por ella no fue consecuencia de haberte perdido y de encontrar consuelo en ella, sino que fue consecuencia de mi deseo de merecer tal amor.

 —¿Y ese amor que crees merecer? ¿Te diste cuenta que no es el que siempre pensaste que era?

 —Lo sé, no es el de ella... Es el mío, ¿No es así?

 —Merecer un amor es hermoso, pero, ¿Qué amor? El amor de Leah estuvo ahí, bajo tu propia consideración, y fue lo que tomaste como razón para comenzar a explorar los sentimientos que ella te causaba, aun sabiendo que no era así, pero que con tu miedo, se volvió casi una verdad indiscutida, sin embargo, ese amor que realmente mereces, es el amor que creó en ti tu visión de Leah... No el que Leah te otorgó, sino el que sientes por ella... ¿Mereces amarla? ¿Puedes ser feliz con ella? Esas son las preguntas principales entre tu confusión, de depender de su amor, o de tu merecimiento.

 —Sé que te amé a ti porque creí merecido tu amor también, amé a muchas personas por creer merecido su amor... Cuando en realidad las amaba porque yo quería amarlas, porque creí merecido ese sentimiento dentro de mí, esa necesidad de amar... No quería ser un caparazón vacío.

 —¿Ves? Todo tiene una segunda vuelta de tuerca, Vlas... Ese miedo de no estar a la altura con nada evitó que pudieras darte cuenta que en realidad, lo único que siempre quisiste fue amar a todos, aunque ellos no te devolvieran lo mismo, sólo querías sentir merecida esa sensación dentro de ti, por ti mismo, querías sentir, cualquier cosa... No ahogarte en el vacío emocional... Sentir te hace vivir, y esa vida que quieres a su lado, depende de que la ames tú a ella, y lo que suceda con los sentimientos de ella, va en lo que ella quiera de sí misma, por lo tanto, si no te ama, no es la vida que mereces, no es la vida que debes seguir, porque estarías siendo egoísta, al querer ser amado por ella, cuando ella no siente lo mismo por ti.

 —Estás diciendo que si algún día el amor de Leah por mí, se acaba... Yo no puedo obligarla a nada, ¿Cierto?

 —Sé que quieres ser feliz con ella, pero, una vida a su lado, donde sea por obligación, y no por motivo propio, sería infeliz, y ninguno se la merecería... Y ahí, ahí realmente no estarías a la altura, y ese miedo tendría sentido... Pero, como ambos sabemos, en realidad Leah sí te ama, y como tú a ella, con tu decisión, y el verdadero motivo detrás de tu amor y de tu miedo... ¿Me responderás esa pregunta?

 —¿Cuál?

 —¿Quieres tener su amor para siempre?

 Tener su amor. Tener su amor no dependía de Leah, porque como me había dado cuenta, en realidad el amor de los demás no debía de ser mi dependencia, más bien, ser una contraparte al mío propio, y al mismo tiempo, algo que lo complementara. El amor de ellos no debía ser mi razón para amar, debía ser mi consecuencia. Tener su amor era una pregunta enrevesada, ya que «su amor» era el que ella sentía por mí, aun así, «su amor» para mí, era el que yo sentía por ella, el amor que Zenda me ayudó a darme cuenta que había nacido de mí mismo, más no de lo que ella expresó por mí. Tener su amor... Era tener el deseo de amarla. El deseo de que esa ilustración de la vida merecida que Zenda me dejó saber no se volviera realidad... Tener su amor, era tener su presencia en mi vida, era anhelar que cada momento con ella, tuviera un sentido más allá que aquel egoísta de sentirme amado, sino de uno que nos regalé las mismas sensaciones a ambos... Tener su amor era sentirme a la altura de mis sentimientos, y del que ella tenía en mí... Tener su amor era no querer escapar... No querer dejar de vivir... Tener su amor era amarme a mí, y verme como suficiente para ella... Y entre todo, si eso era tener su amor... Tenía respuesta.

 —Sí... Quiero tener su amor para siempre.... Quiero amarla toda mi vida.

 Zenda sonrió luego de darse la vuelta. Ambos ya habíamos llegado casi al final del camino que seguimos en todo momento. El extremo del río. Este desembocaba en un lago con el agua igual de cristalina y brillante que este. El lago era extenso, casi infinito. Me vi reflejado en el agua cuando llegué a la orilla.

 —No quiero decir que se acabó, Vlas... Pero... ¿Qué más no queda? Si tú mismo llegaste a la conclusión que procurabas llegar —dijo ella, a mis espaldas, luego de que yo estuviera demasiado tiempo concentrado en mi reflejo en el agua.

 —¿Debo irme? —pregunté, volviendo a ella.

 —Debes volver con ella, Vlas... Con la persona que amas, con la persona que quieres estar... Me lo dijiste, ¿No?

 —¿No te vas a ir de aquí, cierto? ¿Puedo volver?

 —Probablemente, aunque... Ojalá sea en mucho, mucho tiempo... Cuando tu larga vida junto a Leah se haya hecho realidad.

 —Zenda. —Me acerqué a ella. No quise caer en el sentimiento de anhelar tocarla, o darle un beso, porque sabía que era un reflejo de mi alma, tal como «Ser» me lo había dicho. Mi propia interpretación. Pero ese rostro que estaba frente a mí, era un rostro que extrañaba ver, a pesar de todo—. Nunca dejarás de ser hermosa, aun... Luego de la muerte.

 —Supiste capturar muy bien mi mejor versión —respondió ella, soltando una risa.

 Sí, era ella. Claro que lo era.

 —Como despedida... Antes de que me lances al lago y vuelva a mi realidad... Déjame sentirme como tiempo atrás me sentí a tú lado —pedí. No era verdad, todo lo que estaba viviendo, sabía que era un fantasía, por lo tanto, no le haría mal a nadie queriendo algo así.

 —No, Vlas... Tú amas a otra persona, y no puedes dar ese paso... Si así fuera, lo hubieras hecho desde el inicio.

 —Eres sensata... Sabes como me siento, y sabes que quería escuchar eso.

 —Mucho por hoy, ¿No es así? Cierra tus ojos, pequeño —dijo ella, luego de apoyar su palma en mi pecho.

 Ambos estábamos en el borde del lago, sabía que con sólo un ligero empujón caería de espaldas a este, y acabaría ese sueño... Volvería a mi realidad, ahí, donde tenía mi sueño cumplido... Ese que soñé vivir al lado de Leah. 

 —Adiós... Zenda. —Cerré mis ojos y apenas me incliné para atrás.

 Tal vez yo no me iba a animar a hacerlo. Pero al parecer, su alma lo quería, por eso, mi deseo en realidad siempre fue de ella, y como ambos estábamos compartiendo alma... Llegó a mí, ya que, a medida que iba a cayendo hacía atrás, la suavidad de sus labios se dejó sentir en los míos... Ella me había besado sin importarle demasiado el contexto, y eso era típico de ella... Ya era el final de todas maneras... Ya me estaba sumergiendo en el agua... Cayendo en lo profundo... Terminando mi sueño... Dejando a Zenda atrás.

 

Al instante...

 

 Vlas despertó de su sueño. Era de noche, pasando la madrugada seguramente. No tenía su celular a mano para poder confirmarlo, pero sabía que era así. Cuando su cuerpo se despertó consigo, logró sentir el de Leah encima suyo. Y al bajar un poco su mirada sobre ella se encontró con su cabeza apoyada en su pecho, su cabello rubio desparramado por su hombro, y sus manos todavía unidas a las suyas.

 Ella dormía, plácidamente. Apenas unos suspiros salían de su boca, y en su rostro, bajo sus ojos, la calidez se vio representada a través de un intenso rubor. Eso ampliaba su belleza, remarcaba tanto su angelical rostro que era hasta injusto, ya que lo hacía sentir con ganas de revivir lo sucedido horas atrás. Porque sí, con esa chica que en ese momento dormía en sus brazos había hecho el amor esa noche, había traspasado una frontera que ansiaba traspasar hacía tiempo, le había dado esa confianza necesaria, para sentir que amarla no era un deseo egoísta, sino merecido. Por tal razón, lo que vivió con ella esa noche lo hizo tener ese sueño, llegar a lo profundo de sus sentimientos y lograr tal introspección... Lo hizo replantearse casi diecisiete años de sentimientos confrontados, enredados en miedos y confusiones, con una idea del amor difusa que creyó clara... Ella, le había dado sentido a todo, y a su vez... Le había otorgado el poder para tomar esa decisión que en su sueño se convirtió en la respuesta que su alma clamaba.

 —Sí, Leah... Quiero este amor para siempre... Quiero amarte toda mi vida.