Me levanté en mi cuarto.
Chizze estaba dormida a mi lado; esta vez, era ella quien me abrazaba. Aunque estaba durmiendo, se veía algo cansada.
Creo que la preocupé de más.
"Ya despertaste. Déjame adivinar: abusaste de tu magia regenerativa, te quedaste sin vitalidad y colapsaste… Eres tan patético que no pudiste pedirme ayuda." La elfa me dice esas palabras con una cara enojada.
Raiza se acerca a mi cama y toma mi mano derecha con su mano izquierda.
"Ya vamos, hazlo rápido. No querrás preocupar más a Chizze." Uso mi magia degenerativa en Raiza y recupero mi vitalidad.
"Gracias, Raiza, por dejarme encargarme de esto. Quiero ser útil para el grupo."
Raiza me da un golpe delicado en la frente y me dice:
"Vaya, que sí eres tonto. Este grupo existe gracias a ti; sin tu intervención, ni siquiera nos hubiéramos conocido. Ahora despierta a Chizze, que el almuerzo ya está listo."
Raiza preparó bollos de carne picante extra grandes para todos nosotros. Ya despiertos, Chizze y yo tomamos asiento.
Tenía bastante hambre, así que mientras comía uno de los bollos, le pregunto a Raiza:
"Oye, elfa experta en la cocina, ¿cuánto tiempo estuve dormido?"
"Fueron tres días."
Casi me atraganto con el bollo. Tomo algo de agua, trago la comida y digo: "Vaya, me perdí mi cita con Rammus con todo lo que me costó atrapar al maldito mocoso."
Terminé rápidamente mi comida y salí corriendo rumbo al gremio.
En la puerta de mi casa, me encontré con el padre de William.
"Espera, ¿qué haces aquí? Si estás buscando a William, no está conmigo."
El hombre responde: "Tranquilo, ya tuve tiempo de digerir todo lo que pasó. Sé que es algo tarde, pero muchas gracias por ayudar a mi familia." El hombre baja la mirada, algo avergonzado.
"Solo hacía mi trabajo de la forma más conveniente para mí; no me debes nada."
"En eso se equivoca, jefecito. Usted me contrató para limpiar su casa, ¿o ya se olvidó?"
Es verdad, no recordaba que le di algunas monedas de plata. Creo que será conveniente. Contraté servicio de jardinería y para la piscina, pero dentro de la casa hay mucha basura. Raiza es buena cocinando, pero la cocina está hecha un desastre…
"A propósito, jefecito, le traje una carta de parte del señor Rammus Esskobar. Fui a preguntar sobre usted al gremio y me encontré con el señor Rammus. Me dijo dónde vivía y que le entregara esta carta."
El hombre me entrega la carta. "Bueno, ya que estás aquí, pasa para presentarte con mis compañeras."
En ese momento, noto que los hermanos de William también están acompañando a su padre.
"Hola, hermano mayor. Espero que no te moleste que acompañáramos a papá." Acaricio la cabeza de los niños y los invito a pasar.
Una vez todas mis compañeras están reunidas en la sala de la casa, digo:
"Bueno, chicas, sé que ya notaron que esta casa está muy sucia. Por eso me tomé la molestia de contratar a…" Susurro en la oreja del padre de William: "Oye, ¿cómo te llamas?"
"Mi nombre es Trevor, jefecito."
"Como decía, me tomé la molestia de contratar a Trevor. Él se encargará de la limpieza de la casa y vendrá a limpiarla cada dos días, junto a sus hijos. Por favor, sean amables con ellos."
Ignorando mis palabras, Raiza se acerca a los niños.
"Niños, acabo de preparar bollos picantes; creo que ustedes dos tienen hambre. Vamos a comer afuera, en la piscina, para que papá pueda limpiar la casa en paz."
Mis tres compañeras se dirigen a la piscina mientras yo me quedo solo con Trevor.
"Bueno, jefecito, comenzaré limpiando la cocina."
Me quedo solo en la sala, así que me siento en el sofá y leo la carta que me mandó Rammus.
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Hola, pequeño sacerdote:
Me enteré de la escena que hiciste en el casino.
El gerente de ese lugar estaba muerto de miedo; el hijo de puta robó el dinero de la caja fuerte del casino y huyó de la ciudad.
Gracias a ti, mi gremio tiene más trabajo. Bien hecho, Ester.
Seguro te preguntarás cómo supe dónde vivías para entregarte esta carta. Resulta que el conductor de la carreta que te llevó a casa era amigo mío y me contó que te desmayaste.
Supongo que la paliza que te dieron fue peor de lo que pensé… Así que supongo que faltaste a nuestra reunión porque tenías un sueño muy pesado, dormilón.
Y suponiendo que sigues vivo para leer esto, te estaré esperando en el gremio; solo no tardes mucho que tengo más trabajo para ti.
Por cierto, ya estás contratado, aunque no puedo pagarte por el trabajo que acabas de hacer porque eras un pasante. Lástima, reglas del gremio. En fin, te espero en mi oficina.
Con amor firma Rammus.
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Vaya, ese tipo puede llegar a ser muy molesto. Aunque ahora puedo estar tranquilo, supongo que podría ir un rato a la piscina.
Me lo merezco. Voy a mi cuarto y busco un bañador entre mis cosas para meterme a la piscina.
Una vez listo, salgo al patio y veo a Raiza jugando con los niños mientras Chizze y Kharla comen los bollos de carne junto a la piscina.
"Oigan, chicas, buenas noticias: ya soy oficialmente un mercenario del gremio."
"¡Felicidades, amo!" dijo la mujer bestia.
"¡Buen trabajo, señor Ester!" agrego la chica de cabello blanco.
"Niños, para nadar deben mover más rápido sus piernas y no tengan miedo de tragar un poco de agua."
Raiza estaba tan ocupada enseñando a nadar a los niños que no me prestó atención. Bueno, da lo mismo. Gano algo de velocidad y salto a la piscina. Por la Diosa, el agua está tan fresca. Siempre quise tener una piscina…
"Vaya, que esto es vida…"
Nos quedamos toda la tarde jugando en la piscina mientras Trevor limpiaba la casa.
Cuando entramos, estaba igual que cuando la compramos, si no mejor: sala ordenada, cuartos con sábanas limpias. También lavó toda la ropa sucia y preparó la merienda: un guiso de pato con ensalada.
Nos sentamos en la mesa y Trevor dijo: "Espero que les haya gustado mi trabajo. Volveré en dos días. Gracias por cuidar a mis hijos."
"Sí, muchas gracias, hermano."
"Nos vemos en dos días, hermano."
Pensé en detenerlos, pero Kharla se adelantó:
"Esperen, si quieren pueden comer con nosotros. La mesa de esta casa es suficientemente grande para dos personas más. También preparo mucha comida y no todos comemos tanto como Chizze…"
"¿Qué dijiste de Chizze? Para que sepas, Chizze come solo lo necesario para ser fuerte." Interrumpo a esas dos tontas antes de que la pelea escale:
"Trevor, por favor, siéntate con nosotros antes de que sigan peleando."
"Muchas gracias, jefecito." Desde ese día, Trevor y sus hijos fueron parte de nuestro hogar.
…
Al día siguiente de contratar oficialmente a Trevor, me dirigí al gremio de mercenarios.
Me acerqué a la recepción.
"Usted debe ser el señor Ester. Ahora, Rammus está ocupado en una reunión; puede esperarlo en la recepción."
Hice caso a la recepcionista del gremio y esperé a que Rammus se desocupara. Después de media hora, escuché una voz hablándome…
"Ester, qué bueno que sigas vivo. Casi me cago del susto cuando supe que colapsaste. Menos mal que ya estabas en tu casa."
Era Rammus con su actitud tan sarcástica de siempre, pero también noté que no estaba solo.
"Ester, déjame presentarte a Fernnanda Abrahán de la compañía Abraham, los que venden medicinas y tienen algunas boticarias en la ciudad."
Así que era verdad que el gremio de mercenarios de Khisphe colabora con las grandes empresas del país.
"Mucho gusto, señorita Fernnanda."
"El placer es todo mío. Escuché que sacaste a patadas al gerente del casino."
La señorita Fernnanda Abrahán era una mujer hermosa de cabello azul oscuro.
Tenía baja estatura, pero contaba con una buena figura. Usaba una camiseta muy corta que mostraba escote, su abdomen y sus hombros, y un pantalón corto que acentuaba sus nalgas y mostraba sus piernas.
Además, tenía tatuajes en sus hombros, abdomen y caderas que le daban un aire muy erótico. Creo que era una de las mujeres más hermosas que he visto en toda mi vida.
"Para nada, señorita Fernnanda. Solo fui a buscar a un deudor al casino. Supongo que el gerente del casino huyó para evitar más problemas."
Rammus, interrumpiendo nuestra conversación, dice: "Bueno, dejémonos de charlas. Después hablamos, Fernnanda. Ahora le diré a Ester los detalles del trabajo que necesitas."
"Gracias, Rammus. En fin, un placer conocerte, Ester. Ya nos veremos otro día."
No sé si fue mi imaginación, pero sentí que ella me guiñó un ojo.
Dejando mis fantasías de lado, seguí a Rammus a su oficina. Me entregó mi licencia del gremio y cambió mi placa de pasante por una placa de empleado.
"Felicidades, Ester. Por fin lograste ser un mercenario. Te invitaría a festejar, pero sé que este trabajo te importa una mierda. Tú lo que quieres es ir con tus noviecitas al Imperio de Dredprism y vivir la vida cómoda de un país del primer mundo. Pero este empleo te pone un paso más cerca de esa meta."
Vaya, me está empezando a cansar su actitud, pero como es mi jefe, tengo que aguantar sus estupideces.
"Pero bueno, Ester… quiero que sepas que te ayudaré, aunque tengo que obtener mis ganancias antes de enviarte a Dredprism y no verte nunca más. Para eso te estaba esperando. Tendrás que cruzar la frontera, pero tendrás que hacerlo solo.
Llevarás un cargamento de hierbas medicinales, pero tu verdadera misión será curar a unos pacientes que son altos cargos militares de Dredprism. Al parecer, llegaron muy malheridos de la zona de guerra…
Fueron delegados a un hospital que está cruzando la frontera. Creo que su familia más cercana vive allí.
Como sea, ellos fueron específicamente a ese hospital para recibir un tratamiento de recuperación para el estrés postraumático… es decir, necesitan que curen su mente…
Nos llegó esa solicitud. Aunque no teníamos a una persona capaz de hacer eso hasta que te conocí.
Sabes, soy una persona que cree en los milagros, pero también creo en la muerte. Por eso le rezo tanto a la Diosa que da vida como a la Santa Muerte que la quita.
Cuando te conocí, estaba en la iglesia contándole este problemita a la Diosa, y entonces te escuché haciendo tus donaciones y pensé que era una señal divina… Así que dime, Ester, ¿puedes ayudarme a curar la mente de esos soldados o mis plegarias fueron en vano?"
Este tipo definitivamente es un fanático religioso. Ahora estoy seguro de eso. "Rammus, si resulta que tienes razón y puedo curarlos, mis amigas podrían cruzar la frontera conmigo."
"Claro que sí, Ester. Y si te miento, te daré permiso para que me hagas lo mismo que le hiciste al gerente del casino."
Respiré profundo y dije: "Está bien, curaré a esos soldados, pero no olvides tu promesa."
"Claro, pero supongo que tus amigas no tienen la documentación correcta para cruzar la frontera. Conozco a un sujeto que puede hacer documentos iguales a los originales, pero es caro. Creo que eran 25 de oro por cada uno. Dime si te interesa, porque lleva tiempo hacerlos."
"Sí, quiero tres documentos. Solo que sean para una mujer bestia, una humana y una medio elfa. Todos los demás detalles llénalos tú mismo."
"Por supuesto, Ester. Cuenta conmigo. Estarán listos para cuando regreses de Dredprism. Solo ten listo el dinero. No me gustaría que hubiera deudas entre amigos."
Fulmino a Rammus con la mirada y digo: "Perfecto. Me gusta esa forma de pensar. Solo ten listo el cambio para una moneda de platino, ya que no me gustaría que hubiera deudas entre amigos."
Rammus se queda sonriendo ante mi intento de intimidación y me entrega una hoja con los detalles de la misión.
…
Cuando salí del Gremio de Mercenarios, me dirigí al Gremio de Comerciantes.
Esa conversación me hizo recordar que me debían 50 monedas de oro. Como era costumbre, de las cuatro cajas de atención al cliente solo operaba una; creo que es una costumbre de la zona.
Cuando llegó mi turno, fui y mostré el vale por las 50 monedas de oro.
"Usted debe ser el señor Ester. La supervisora del gremio, Olivia, lo está esperando." Así que se llamaba Olivia.
Hice caso a la recepcionista y pasé a la oficina de Olivia.
"Oh, eres tú, Ester. Viniste por tus monedas de oro. Siéntate, o ¿tienes prisa por irte?"
Le respondí: "Por ahora solo estoy preparándome para unos trabajos, ya que me uní recientemente al gremio de mercenarios."
Olivia puso una cara de asco y dijo: "Así que trabajas para Rammus. Supongo que ya te habló de mí."
No sé de qué está hablando; Rammus nunca me habló de esta mujer.
"Así que ese idiota no suele hablar mucho de su hermosa esposa."
Mierda, creo que mi cara es fácil de leer. La hice enojar. Debo decirle algo para calmarla…
"Espere, señorita Olivia. El señor Rammus no suele hablar mucho de su vida privada, pero… pero… sí me dijo que estaba casado con una hermosa mujer. Pero nunca me imaginé que sería la supervisora del Gremio de Comerciantes…"
"Así que era eso. Menos mal, por un momento pensé que mi Rammus fingía ser un hombre soltero. Jajaja. Bueno, Ester, aquí preparé tu pago. Si quieres, cuenta que estén completas las monedas."
"No se preocupe, nunca desconfiaría de la dulce esposa de mi jefe.
Ahora, si me disculpa, debo prepararme para mi viaje."
Tomé mis monedas y me fui del Gremio de Comerciantes.
Al salir del gremio, pasé por una tienda que tenía descuento en ropa para niños pequeños. Creo que era de segunda mano, aunque tenía muy buena pinta.
Pensé en los hijos de Trevor y decidí comprarles algo de ropa como regalo.