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Prueba de paciencia

Lo que dije no lo hice con toda la verdad, aunque así lo pareciese, más bien lo hice queriendo que apartaran de mi aquella molesta mirada acusadora que aquellos habían colocado en mi contra y sin dudas funciono, Silvia y Christian soltaron los nudos que habían hecho los dos en sus ropas y hacia lados contrarios se retiraron, un total alivio había sido tal división para mí aún más sabiendo que no tenía que intervenir.

Desde donde se encontraban los vi alisar sus ropas con sumo cuidado queriendo deshacerse de las arrugas que su adversario había hecho en sus prendas mientras se dedicaban una que otra mirada fulminante.

¡Chas, Chas! Chasquee los dedos por lo menos tres veces antes de que ambos me mirasen.

— Y bien que necesitas — cuestioné a Christian una vez que finalmente obtuve su atención.

— Que vengas conmigo Alexander.

— ¿Qué? Ahora.

— Si, es algo importante, necesito que me acompañes.

— Y que tan importante puede ser tal asunto como para tener que salir de mi oficina y dejar este desastre aquí.

— Pues algo digamos relativamente interesante lo cual tendrás que verlo por ti mismo para poder creerlo y yo tu servidor, solamente cumpliré el hecho de acercarte hasta donde debes de presentarte.

— De verdad tengo que ir.

— Más bien muévete, no tengo todo tu tiempo para esperarte.

— Oye quien habla y se supone que el jefe soy yo — dije algo indignado — Christian, te juro que si es para algo insignificante que te moleré a golpes y no tendré compasión de ti.

— ¡Oh! Entonces quieres jugar así, poniéndole precio, pues yo también lo hare jugare; así que bien si te muestro algo de real valor e importancia para ti y no hablo de dinero o bienes materiales, tú a mí me aumentaras el sueldo y lo quiero a final de este mes no para luego, trato hecho.

— ¡Ahs! Como sea.

Irónicamente me quede sentado esperando que aquel se le subieran los sumos a la cabeza queriendo molestarlo y valla que lo hizo, cuando me observo quieto en el mismo lugar Christian no dudo en gritarme.

— Y bien, te vas a quedar hay sentado, mueve tu trasero que vamos retrasados.

— Ya voy, ya voy.

De mala gana le obedecí así que no muy bien me puse de pie, del perchero tomé el saco el cual me ceñí de inmediato y ante Silvia quien desconcertada se mantenía indique.

— Recoge todo por favor, no dejes ni un mísero papel, nada puede quedar a la vista de quienes tú sabes quién o mejor dicho quiénes.

— Sí señor.

Y así ahora sin nada más pendiente le seguí, aquello me llevo a encontrarme fuera del edificio y de paso con mi chofer que nos esperaba en la acera y quien de paso nos llevó a una enorme plaza comercial llamada vulgarmente por los transeúntes como la Pequeña gran Casa, la cual se encuentra a unos pocos diez minutos de donde se encuentran mis dos organizaciones.

— ¿Qué hacemos aquí? — increpe mientras aun me mantenía en el auto.

— No preguntes, te dije que ya lo verás.

Descolocado me quede, Christian nunca era tan atrevido y aun menos guardaba tanto misterio de por medio lo que hacía que sin dudas una pequeña cosquillita de rabia se anidara dentro de mi ser cosa la cual él sabía perfectamente que no debía dejar rebosar y que con cada una de sus respuestas expulsadas aparentemente con disgusto que aquel daba sin dudas se acercaba a que lo peor de mi saliese.

Cargando conmigo el silencio, uno o dos pasos atrás le seguí con las manos sumergidas en mis bolsillos no muy bien logramos abandonar el auto en el parqueo subterráneo de aquella plaza y así mismo como si de desconocidos nos tratásemos rápidamente subimos al piso número uno por el ascensor.

Por el pasillo caminamos unos pocos segundos una vez se abrieron las compuertas, él en su mundo alejado de nuevo unos pocos pasos por delante de mí y yo detrás suyo pues iba bien perdido en el mío, cuando de la nada a medio camino, me detuvo ya que yo no le hacía caso.

— Dime que es lo que pretendes.

— No pretendo nada, pero, mirando tu rostro Imagino que debes de estar molesto conmigo por cómo te eh tratado, pero sin dudas era el toque perfecto que le faltaba a todo esto para que fuera inolvidable para ti.

— De que rayos hablas, que es lo que debe de ser inolvidable.

Aquel volvió a tomar una actitud burlona pues aparentemente todo aquello era parte de un show.

— ¿Qué te sucede?

— Ven, vamos diviértete — y como tonto empezó a danzar.

No había cosa que me avergonzara más en el mundo que aquel iniciara a zapatear cosa que provoco que los ojos de los transeúntes se enfocaran en nosotros y por lo mismo lo detuve — ¿Qué es lo que intentas hacer?

— Pues que sonrías para que veas tu sorpresa con buena cara, mira que te la traigo con toda emoción.

— Deja de actuar como loco y dime de una vez de que sorpresa hablas.

— Una que te gustara.

Christian me tomo de los hombros y me hizo girar en dirección al pasillo que recorríamos donde se encuentran las tiendas dispuestas a nuestro lado izquierdo y con amabilidad aun sosteniéndome aun por los hombros casi en un susurro comentó.

— Enfoca bien tu vista al frente.

— Bien eso pretendo, ahora dime que tengo que ver, no me has explicado nada aún.

— No tengo que explicarlo, porque cuando lo veas tu mismo sabrás de que hablo, más sin embargo yo te guiare para que no digas que no soy de ayuda.

Yo me mantenía con la cara sumergida en la seriedad ignorando absolutamente la situación cosa que a él no le gusto.

— Mejor cambia esa cara, deja de ser un mal hueso de roer y mejor alégrate, aunque imagino que mejor deberías de sentirte un tanto nervioso pues de aquí en adelante tu futuro cambiara con creces y tú sabrás si le cuidas y valoras o lo hechas a la basura como todo lo demás en tu vida claro todo lo que se aparta del trabajo.

— Y tan significativa es la dichosa sorpresa.

— Ponle tú el valor, yo solo cumplo con mostrarte.

Como pidió cambie un poco mis expresiones pensando que podía ser solo algo pasajero o parte de un mal juego pero, la realidad era otra y muchísimo mejor.

— Vas a mirar al frente entre los transeúntes, al fondo a unos cuarenta o quizás cuarenta y cinco metros en la distancia allá vas a buscar un tanto a la derecha entre las mesas una mujer con un conjunto negro bien ceñido, la vez.

— Sí y bastante guapa que es, además.

— Valla me sorprende que no hallas lanzado alguna morbosidad tuya y te hayas que dado en aquella palabra tan seca de por sí como las exclamado al fin. Si es guapa, mejor aún es lo siguiente.

— ¡Chris!

— Bien, ya dejare de molestarte — aquel sorpresivamente palmeo mis hombros — bien estás listo… bueno, al menos eso espero — volvió a indicar aquel algo nervioso hasta que finalmente dijo — desde a aquella misma mujer de conjunto negro vas a mirar hacia la izquierda y vas a trazar la línea más exacta que puedas hasta que des con la mesa que queda en medio justo de aquella línea sobre la horilla de las tiendas y allí vas a mirar.

— Y que específicamente es lo que debo de mirar porque no haces otra cosa más que dar vueltas sin sentido sobre mis preguntas.

— Solo mira.

Habiendo rodado los ojos pretendí hacer lo que aquel quería para que ya no se extendiese más aquel asunto en el cual parecía habernos llevado a un bucle sin fin pues quería acabar ya con todo aquello independientemente de que fuera algo serio o parte solo de un juego.

Así que con cuidado trace la línea que aquel me solicito y oh sorpresa incierta y bienaventurada de la vida, imagen tan vivida y perfecta que mis ojos a fin de cuentas habían logrado contemplar por nueva vez.