Tras el anuncio de Dekai, Atticus dejó de lado todas sus reservas y se sentó en el suelo. Hacía tiempo que había disipado su construcción, ya no era capaz de mantenerla.
—Sígueme —dijo Dekai.
Aunque pronunció las palabras, no esperó. Atticus sintió cómo múltiples moléculas de fuego lo rodeaban, y entonces sus figuras y la de Dekai combustaron, desapareciendo de la cumbre.
Joana y Duran miraron fijamente el lugar donde Atticus y Dekai acababan de estar, ambos luchando por comprender los acontecimientos.
¿Atticus había ganado realmente? ¿Había pasado realmente la prueba de la cuarta cumbre? ¿En tres días?
Estaban más que desconcertados. Verdaderamente, no tenían palabras. Ciertamente, el chico era un monstruo en piel humana.
Una mirada preocupada apareció en el rostro de Duran.
—Es más talentoso de lo que anticipábamos. Si esos bastardos de las plantas quieren atacar, mejor que lo hagan pronto —murmuró.
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