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Capítulo 43: ¿Cómo les fue en el viaje?

A la mañana siguiente.

El sol comenzaba a asomarse tímidamente por el horizonte, iluminando el paisaje rural. Li Jen, Cuatro y Dos se encontraban en la finca, mientras esperaban el desayuno, se preparaban para el regreso.

La gran finca, con sus vastas extensiones de tierra verde, era un lugar hermoso pero aislado. Esa mañana, la tranquilidad del lugar era casi palpable. El canto de los pájaros y el suave murmullo del viento eran los únicos sonidos que rompían el silencio matutino.

Dos, el más práctico del grupo, se aseguró de que todo estuviera bien empacado en la camioneta marca Toyota Prado.

Mientras tanto, Li Jen se encargaba de despedirse de los trabajadores de la finca, agradeciéndoles por su hospitalidad y cooperación, así como asegurarles que se encargaría de los asuntos mencionados. Los trabajadores, agradecidos, les desearon un buen viaje de regreso.

El ejército también se retiró del lugar tras recoger las pistas necesarias, aunque no encontraron nada que les resultara útil.

Dos y Cuatro iban en el mismo vehículo que Li Jen mientras que los demás miembros del esquema de seguridad iban en los demás vehículos, abandonando el lugar de regreso a dos horas de viaje.

El camino era serpenteante y estaba rodeado de paisajes impresionantes, con zonas verdes y cielos azules que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.

Durante el viaje, la conversación fluyó naturalmente. Incluso Li Jen comentó en una ocasión que vio una película que contaba la misma historia, sobre la misma condición que tenían con sus hermanos.

Dos, siempre optimista, compartió algunas anécdotas divertidas. Cuatro, que estaba conduciendo, mantenía una mirada atenta en la carretera pero no podía evitar unirse a la charla de vez en cuando.

A medida que se acercaban a Villanueva, el paisaje comenzó a cambiar. Las vastas tierras rurales dieron paso a un entorno más urbano.

Las casas y tiendas empezaban a aparecer con más frecuencia, y las calles se volvían más concurridas. La familiaridad de su entorno les brindaba una sensación de alivio y comodidad.

Finalmente, luego de dos horas de viaje llegaron a su destino, regresando a casa. Fueron recibidos por su madre, Fen Li, quien los esperaba en la sala de estar.

—¿Cómo les fue en el viaje? —preguntó Fen Li, con una sonrisa cálida.

Li Jen respondió: —Todo fue bien, madre. La finca está en buen estado y los trabajadores están haciendo un buen trabajo. Además, te presento a Dos y cuatro, los nuevos miembros de seguridad que contraté. A partir de hoy, solo ellos dos estarán a mi lado como mi único equipo de seguridad.

Jack Thompson, jefe de seguridad, miró a Dos y Cuatro con una mezcla de curiosidad y desconfianza: —¿Quiénes son ellos? —preguntó.

Li Jen explicó: —Son expertos en seguridad y estarán encargados de protegerme.

Li Jen y su madre compartieron palabras sobre cómo les fue en sus respectivos viajes. Fen Li le comentó a Li Jen sobre su inspección del palmar y las mejoras que planeaba implementar.

—Hay mucho trabajo por hacer, pero estoy segura de que con esfuerzo se lograra mejorar la producción —dijo Fen Li, con determinación en su voz.

Li Jen asintió, sintiéndose agradecido por tener una madre tan dedicada y fuerte. Mientras hablaban, Dos y Cuatro se mantenían en silencio, observando y analizando todo a su alrededor. La casa, con sus grandes ventanales y su elegante decoración, parecía un refugio seguro.

El día transcurrió con tranquilidad. Los trabajadores de la finca continuaban con sus labores diarias, atendiendo al ganado, cuidando los jardines y supervisando los cultivos. La rutina en la finca era constante y ordenada, un reflejo de la disciplina que Fen Li había inculcado en todos.

Por la tarde, Li Jen, Dos y Cuatro se reunieron en el despacho, les explicó detalladamente las técnicas y los principios del cultivo inmortal, asegurándose de que ambos hombres comprendieran la importancia de cada paso.

Dos, siempre curioso, hizo varias preguntas sobre los métodos y sus aplicaciones. Cuatro, más reservado, observaba atentamente, absorbiendo cada palabra.

—El camino del cultivo es arduo, pero los resultados valen la pena —dijo Li Jen, con una voz firme—. Deben ser disciplinados y dedicados.

Ambos hombres asintieron, comprometidos a seguir el camino que Li Jen les había mostrado. Sabían que enfrentaban desafíos, pero también entendían que esta era una oportunidad única para alcanzar un poder y conocimiento que pocos podían imaginar. Mientras el sol se ponía, tiñendo el cielo de tonos naranjas y púrpuras, la finca se sumía en una calma serena.