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Capítulo 33: Celebración y Sorpresas

Después de hablar con las jóvenes, Li Jen se dirigió a la jefa del personal de limpieza. La encontró en la cocina, dando instrucciones a otras empleadas.

—Señora María —dijo Li Jen—, a partir de hoy, las chicas deben encargarse de recoger su propio desorden. Las empleadas no fueron contratadas para servirles a ellas. Por favor, no se encarguen más de esos asuntos.

María asintió con comprensión: —Claro, joven Li Jen. Les transmitiré el mensaje a todas.

Li Jen regresó al gran salón donde las jóvenes aún estaban reunidas.

—A partir de ahora, todas deben recoger su desorden y colaborar en lo que más puedan. Es importante que aprendan a ser responsables y respetuosas con el trabajo de los demás.

Las jóvenes asintieron, sabiendo que Li Jen tenía razón. A partir de ese día, la dinámica en la finca cambió. Las jóvenes comenzaron a participar más activamente en las tareas del hogar, entendiendo la importancia de trabajar en equipo y mantener el orden en su hogar.

La finca en Villanueva no solo era un lugar de lujo y belleza natural, sino también un espacio donde se aprendían valiosas lecciones de vida, respeto y responsabilidad.

Con todos listos, partieron hacia la celebración, llegando e integrándose con todos los invitados. La fiesta de cumpleaños de Chu Wen fue una verdadera explosión de alegría y celebración.

Desde el momento en que Li Jen, su madre Fen Li y las doce jóvenes adoptadas llegaron, el ambiente se llenó de risas y energía positiva.

La casa de Chu Wen estaba adornada con luces brillantes y coloridas, y la música vibraba en el aire, invitando a todos a moverse al ritmo de la alegre música.

La celebración se llevó a cabo en el amplio patio trasero de la casa de Chu Wen, decorado con guirnaldas de luces y mesas llenas de delicias típicas colombianas. Se servían empanadas, arepas, buñuelos y una gran variedad de frutas tropicales.

Un grupo de música en vivo animaba la fiesta con salsa, merengue y vallenato, haciendo que todos los invitados se levantaran a bailar.

Los invitados se mezclaban entre sí, compartiendo historias y risas mientras brindaban por el cumpleaños de Chu Wen. Los cócteles y aperitivos fluían libremente, creando una atmósfera de camaradería y diversión.

Para Fen Li, era un momento para relajarse y disfrutar después de días de trabajo duro en la finca.

En medio del bullicio de la fiesta, Chu Tai y Lu Wen, los padres de Chu Wen, se acercaron a Li Jen y Fen Li con una sonrisa cálida en el rostro. Su expresión radiante revelaba la emoción y la gratitud que sentían hacia sus salvadores.

—Li Jen, Fen Li, no podemos expresar lo agradecidos que estamos por lo que hicieron por nosotros aquella noche en el hospital —comenzó Chu Tai, con una mirada llena de sinceridad.

—Fue un momento difícil, pero estábamos felices de poder ayudar —respondió Fen Li con humildad.

—Es verdad, arriesgaron mucho para salvarnos, y nunca lo olvidaremos. Por eso, hemos estado pensando en cómo podríamos demostrar nuestra gratitud de una manera significativa —continuó Lu Wen, con una chispa de emoción en los ojos.

—Entonces, ¿qué les parece la idea de un viaje todos juntos? Como una forma de celebrar la vida y la amistad —propuso Chu Tai, con entusiasmo palpable en su voz.

La sugerencia fue recibida con una mezcla de sorpresa y emoción por parte de Fen Li. La idea de escapar a un destino tropical sonaba tentadora, y la perspectiva de pasar tiempo juntos como familia era irresistible.

—¡Un viaje suena increíble! —exclamó Fen Li, con los ojos brillando de emoción—. Sería una oportunidad perfecta para relajarnos y disfrutar.

—Estoy de acuerdo. Sería maravilloso tener un momento de descanso y diversión después de todo lo que hemos pasado últimamente —añadió Chu Wen, con una sonrisa radiante.

La conversación se prolongó durante horas, concordando algunos temas con respecto al viaje que se celebraría en poco tiempo.

En cuanto al destino, era un secreto para Li Jen y Fen Li, o por lo menos para esta última, ya que Li Jen había leído el destino en los pensamientos de Chu Tai.

Mientras tanto, los invitados seguían disfrutando de la fiesta y compartiendo momentos especiales. La música seguía sonando, con la banda tocando clásicos de la salsa y el merengue, animando a todos a unirse a la pista de baile. Las risas y el sonido de los pasos al ritmo de la música llenaban el aire, creando una atmósfera de pura alegría.

En un momento, Li Jen y Fen Li se unieron a la pista de baile, disfrutando del ritmo contagioso de la música. Las jóvenes adoptadas también se unieron, mostrando sus habilidades de baile y riendo entre ellas. La fiesta era un éxito rotundo, y todos los presentes se dejaban llevar por el espíritu festivo de la noche.

La propuesta de viaje agregó un toque de emoción y anticipación a la noche, creando recuerdos que perdurarían mucho después de que la música se desvaneciera y las luces se apagaran.

La noche se alargó con más baile, música y conversaciones bajo las estrellas. La casa de Chu Wen se llenó de alegría y celebración, y todos los presentes disfrutaron de una noche inolvidable.

Algunos días después.

Li Jen se acercó a su madre, Fen Li, mientras ella revisaba unos documentos en su despacho. El sol se filtraba por las amplias ventanas, llenando la habitación de una luz dorada.

—Madre, tengo que revisar una de las fincas —dijo Li Jen—. La que está a unas dos horas de viaje del pueblo.

Fen Li levantó la vista de sus papeles y lo miró con preocupación. Sus ojos, siempre llenos de sabiduría y amor, se entrecerraron ligeramente.

—¿Vas a ir solo? —preguntó, frunciendo el ceño.

—Sí, pero no te preocupes, es un viaje corto y no espero problemas —respondió Li Jen, intentando calmarla con una sonrisa.

—No estaré tranquila si vas solo. Llévate un pequeño equipo de seguridad, por favor —insistió Fen Li, su voz revelando su inquietud.

Li Jen suspiró y asintió, reconociendo la seriedad en las palabras de su madre.

—Está bien, madre. Llevaré algunos guardaespaldas. No quiero que te preocupes.

Fen Li sonrió, aliviada, y luego añadió: —Yo también tengo que revisar uno de los palmares, el que tiene más de 20,000 hectáreas. Quiero asegurarme de que todo esté funcionando correctamente. La última vez que hablé con el administrador, mencionó algunas inquietudes sobre la producción.

Li Jen la miró con atención.

—Asegúrate de llevar un buen esquema de seguridad. Es un área muy grande y no quiero que te pase nada —aconsejó, su voz cargada de preocupación genuina.

—Lo haré —concluyó Fen Li, su mirada llena de afecto por su querido hijo.

Rápidamente, Li Jen y su equipo de seguridad partieron, atravesando los verdes paisajes de Villanueva, Casanare.

El viaje de dos horas fue tranquilo, permitiéndole a Li Jen disfrutar del paisaje rural, con sus vastos campos y montañas en la distancia.

Al llegar a la finca, una propiedad de más de 1,000 hectáreas, fueron recibidos por guardias del ejército que esperaban y vigilaban en la entrada.

Los soldados, vestidos con uniformes de camuflaje y portando armas, se mantuvieron firmes mientras Li Jen se acercaba en las lujosas Toyotas Prado.