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Capítulo 29: El Impacto de la Verdad

Li Jen resopló ante las palabras del doctor y, con indiferencia, respondió: —¿Doctor? ¿De qué sirve ser doctor si no puedes salvar la vida de alguien? ¿De qué sirve ser doctor si solo esperas mejorar tu propia reputación a cambio de la vida de inocentes? Ustedes, los que se hacen llamar doctores, no son más que personas inmorales.

—Son simplemente personas materialistas que buscan el placer material, solo buscan el dinero, el placer del dinero. Si no, díganme, ¿dónde han estado cuando mi tío Tai estaba a punto de morir? ¿Acaso alguno de ustedes estaba tratando de salvarlo? Miren a aquel hombre —dijo Li Jen, señalando a un trabajador que estaba en la cama contigua a Chu Tai—. Si no es salvado dentro de los próximos cinco minutos, ese hombre morirá.

—Pero lo más decepcionante de todo esto es que todos ustedes, los que se hacen llamar doctores, en realidad lo ignoran, dejándolo sufrir en silencio y esperando su muerte. Lo que no sabían todos ustedes, famosos doctores, es que, en realidad, aquel hombre no tenía una herida de gravedad cuando llegó; podía estar bien después de un breve chequeo. Pero ustedes, los llamados doctores, lo dejaron tendido en la camilla sin atención, haciendo que sus heridas empeoraran con el tiempo.

—De verdad, se hacen llamar doctores y son tan respetados, entonces ¿por qué ignoran a algunos enfermos? Los ignoran por el hecho de que sus ropas son gastadas y no son de marca, o porque no tienen joyas de marca con ellos. ¿Acaso creen que todos no pueden ver cómo ustedes solo salvan a los pocos pacientes que tienen dinero y joyas que mostrar? Todos ustedes son simplemente escoria de la sociedad al hacerse llamar doctores, ni merecen ningún respeto por parte de todos los presentes en esta sala. Si sus seres queridos fueran los que estuvieran enfermos y quisieran recibir tratamiento en algún hospital del país o del mundo, entonces serían felices de que sus familiares fuesen tratados del mismo modo en que todos tratan a estas personas heridas y postradas en las camas, esperando para ser tratados. Cuando todos ustedes sean mejores y no solo vean a las personas por su nivel de riqueza, sino por su sentido de lealtad hacia la medicina, entonces todos puedan aprender el verdadero significado de la medicina. Y les aseguro que cuando menos lo piensen, todos serán respetados como verdaderos doctores. Pero no, todos ustedes no son ni siquiera personas que puedan llamarse doctores. No es de extrañar que muchas veces la gente prefiera morir que ser atendida por todos ustedes.

La voz de Li Jen resonó por toda la sala de emergencias, mientras todos los presentes observaban. Los médicos, después de escuchar todo esto, no respondieron nada. Simplemente miraban hacia otro lado, sin intentar enfrentar la dura realidad de sus propios actos.

Los doctores quedaron en silencio, incapaces de refutar las palabras de Li Jen. La tensión en la sala era palpable, y la mayoría de los pacientes y sus familias miraban a los médicos con ojos críticos, cuestionando su integridad.

Chu Tai, viendo la desesperación en los ojos de sus compañeros y sintiendo la responsabilidad de protegerlos, tomó una decisión firme. Volvió a dirigirse a Li Jen con una voz que reflejaba tanto gratitud como determinación: —Pequeño Jen, aunque entiendo tus preocupaciones, te ruego que salves a mis compañeros. Ellos no merecen sufrir por la incompetencia de otros. Seré responsable de las consecuencias.

—Está bien, tío Tai. Haré lo que pueda.

Se acercó al primer bombero herido, un hombre robusto con una expresión de dolor extremo. Li Jen rápidamente evaluó sus heridas, murmurando instrucciones a los presentes: —Necesito que alguien me traiga agua limpia, vendas y desinfectante.

Los familiares y otros presentes se apresuraron a ayudar, trayendo lo que podían encontrar a la sala de emergencias. Los doctores, aunque avergonzados y desplazados, no se atrevieron a intervenir.

Li Jen trabajó con precisión, limpiando y vendando las heridas, aplicando sus conocimientos de medicina tradicional y moderna, así como algunas técnicas divinas. La sala se llenó de murmullos de admiración y sorpresa al ver la habilidad y dedicación de Li Jen.

Uno a uno, trató a los bomberos heridos, estabilizando a aquellos en estado más grave y proporcionando alivio a los demás.

Mientras Li Jen trabajaba, los padres de Chu Wen observaban con una mezcla de gratitud y asombro. Cuando terminó de atender al último bombero, Li Jen se levantó, satisfecho por su trabajo. Miró a Chu Tai y los demás.

—He hecho todo lo posible. Ahora solo queda esperar a que se recuperen.

La sala de emergencias estalló en aplausos y palabras de agradecimiento. Los doctores, sintiendo la presión de la situación, empezaron a moverse para brindar asistencia adicional y asegurar que los pacientes recibieran el seguimiento necesario.

Chu Wen se acercó a Li Jen con lágrimas en los ojos: —Jen, no sé cómo agradecerte. Salvaste a mi padre y a sus compañeros. Siempre estaré en deuda contigo.

Li Jen sonrió, agotado pero satisfecho.

—No necesitas agradecerme, Wen. Hice lo que cualquier persona debería hacer. Lo importante es que todos estén a salvo.

Aunque Chu Tai ya estaba bien, aún tenía que quedarse unos días más en observación. Los demás hombres que también fueron involucrados en el accidente, en su gran mayoría eran solo trabajadores de la construcción, recibieron tratamiento. Afortunadamente, en este incidente ninguno de los involucrados perdió la vida.

Chu Wen estaba emocionada en su corazón, no podía evitar sacar de su mente aquella imagen en la que su hermano Jen salvaba a su padre y sus compañeros. Las emociones en su corazón no pudieron ocultarse más, por lo que sus ojos reflejaban aquellos sentimientos amorosos por su hermano Jen.

Los padres de Chu Wen y la madre de Li Jen alcanzaron a notar aquel rastro de emociones que reflejaban los ojos de Chu Wen.

Ambas madres se miraron mutuamente, reflejando que estaban pensando lo mismo. Pero sabían que no era el momento de hablar de aquellos planes que involucraban a sus hijos.

—Señor Tai, hermana Li, nos despediremos —murmuró Fen Li.

—Tío Tai, tía Wen, nos despediremos —dijo Li Jen.

Lu Wen fue la primera en responder: —Hermana Li, gracias por apoyarme —después miró a Li Jen—. Pequeño Jen, gracias por lo que has hecho hoy.

—Pequeño Jen, gracias por salvarme la vida. El tío te debe la vida —le dijo Chu Tai, mirando fijamente a Li Jen.

Mientras Li Jen y Fen Li se despedían de los padres de Chu Wen, ella seguía mirando a Li Jen con una expresión amorosa.

—Jen, gracias por salvar la vida de mi padre —murmuró Chu Wen tímidamente y sonrojándose. Después de sonrojarse, Chu Wen salió corriendo rumbo a sus padres, escondiéndose detrás de ellos, actuando como una pequeña niña inocente.

Mientras salían de la sala, los bomberos heridos y sus familias no dejaron de agradecer y bendecir a Li Jen. Abandonaron el hospital y regresaron a casa.

 

A la mañana siguiente.

Los actos que Li Jen realizó en el hospital se habían difundido por toda Internet. En el video se mostraba a un joven tratando a unos bomberos de manera rápida y eficaz.

También circulaba otro video en la red donde se mostraba el discurso que Li Jen dio en la sala de urgencias, señalando todos los errores de los doctores y del sistema de salud.

Nadie sabía quién grabó ese video o quién lo subió a Internet, pero muchos estaban muy agradecidos con dicha persona.

Aunque el video mostraba la figura de un joven tratando a los pacientes, en realidad no se podía reconocer completamente quién era. Parecía que aquella figura tenía una capa protectora alrededor de su rostro. Siempre que enfocaban su rostro, el video mostraba una gran mancha o, en ocasiones, se distorsionaba cuando enfocaban el resto de su figura.

Muchos culparon al autor del video por no grabar bien todo el rostro de aquel joven, criticándolo internamente. Sin embargo, lo que sí logró el video fue que toda la opinión pública estuviese de acuerdo con las palabras de aquel joven.

Todos sentían que los doctores o, por lo menos, algunos de ellos solo buscaban el dinero y el prestigio, y que en realidad no se preocupaban por la vida del paciente.

Fue tanto el impacto que algunos medios de noticias importantes del país retransmitieron el video en sus cadenas de televisión, cuestionando muchos aspectos del sistema de salud del país. Incluso, algunos medios pedían que se cambiara la modalidad en la que los hospitales de enseñanza manejaban a sus alumnos de medicina.