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Heridas que destruyen

Su mirada voraz aceleró mis latidos, un destino funesto lamenté haber seguido.

Intenté suplicar por el sufrimiento vivido, que cesara de adentrarse en mi frágil camino.

Los susurros laceraban mis oídos, mientras abusaba violentamente de mi ser femenino.

Para él, era un juego divertido, aunque desgarrara mis sentidos, uno por uno, sin tino.

Hoy, los recuerdos retuercen mi alma, perturban mi calma, sumergiéndome en desgracia.

¿Por qué se aferró a despedazar mis entrañas, arrancándome la esperanza con su macabra artimaña?

Supongo que su afán fue sepultar lo que quedaba, consumir mi esencia, sin piedad y sin pausa,

en un averno oscuro donde el dolor se enlaza, mi ser se desvanece, víctima de su causa.

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