Ashley poco a poco está cansada de su vida y decide terminar con todo saltando desde el puente más cercano a su casa. En el instante más crítico, el estruendo de una motocicleta y la voz inesperada de un desconocido interrumpen su fatal decisión. El chico la anima a saltar, hipocresía o quizás ironía porque la termina salvando de caer del puente, dándole otra oportunidad de seguir con su vida... A partir de ese momento, Ashley se ve acompañada por un espíritu burlón, que promete poner en orden su caótica vida, aunque tal vez solo consiga sumirla en un desorden caótico aún mayor.