Al salir de la joyería, Howard sintió inmediatamente que algo no iba bien.
Sosteniendo un objeto de inmenso valor, su embalaje contrastaba marcadamente con su atuendo.
Se dio cuenta de que el peligro potencial de encontrarse nuevamente con maleantes podría conducir a consecuencias funestas.
Por eso, Howard le dijo a Nia:
—Me disculpo por no haber revelado mi verdadera identidad antes. Ahora tengo otros asuntos que atender. Deberías volver por tu cuenta y tener cuidado en el camino.
Nia preguntó:
—¿Estás tratando de dejarme atrás? ¿Volveré a verte alguna vez?
Howard respondió:
—Sí, lo harás. Ahora vete.
Nia apretó los dientes, negándose a irse, y dijo:
—¡Iré contigo! ¡Si tú no te vas, yo tampoco!
Una hora más tarde, Howard y Nia, habiendo regresado a la sala VIP de la joyería, fueron recibidos por Laurent y un grupo de guardias.
Howard miró a Laurent y preguntó:
—¿Cómo estás? ¿Estás herido?
Laurent respondió:
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