Ashleigh luchó largo y tendido para mantener su cordura.
En algún lugar de la habitación, había un altavoz. De vez en cuando, Granger hablaba a través de él, burlándose de ella. Animándola a dejarse llevar.
Él le dijo que había diluido la niebla y se había asegurado de que fuera suficiente para desencadenar la paranoia, el miedo, pero no suficiente para llegar a su corazón como la última vez.
—No hay riesgo de que me dejes prematuramente, cariño. Me aseguré de que estarás aquí mucho tiempo. Seguiremos intentándolo hasta que funcione.
La esperanza en su voz la enfermó.
Le estaba costando todo lo que tenía luchar contra su propia mente, que la arrastraba hacia el abismo. El poco sueño que conseguía estaba lleno de pesadillas y gritos.
Se sentía débil, cansada, no estaba segura de poder seguir adelante mucho más tiempo.
—Caleb... —susurró—. Por favor... encuéntrame...
Ashleigh sollozó indefensa mientras la niebla roja y negra de sus miedos la rodeaba y la engullía por completo.
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