—Ivy —Hale respondió suavemente con una sonrisa mientras se sentaba en mi sofá—, por favor entiende... Damian es particular.
Cuando dije que idearíamos un plan con Damian, no quise decir que iba a jugar a ser prisionera en mi cabaña todo el fin de semana porque estaban preocupados por si Damian me olía.
—No entiendo, Hale. ¿A qué te refieres con que huelo diferente? La última vez que revisé olía a lavanda y rosas —si el ceño fruncido en mi cara no explicaba lo molesta que estaba, entonces mi lenguaje corporal definitivamente sí.
—Cariño —intentó decir, pero una mirada fulminante de mi parte lo hizo detenerse—. Vale... Ivy, por favor entiende que los lobos somos diferentes. Cuando nos apareamos con alguien hace que nuestro aroma se mezcle con el de ellos. Así que, como para los humanos no lo notarían, pero Damian olería a James por todo tu cuerpo.
Me quedé seria mientras asimilaba lo que decía —espera... ¿aparearse?
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