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Poción multijugos

Bellatrix era una gran bruja. Era por ello por lo que Voldemort la había apreciado tanto. Esperaba que su asesinato le hiciera ganar un indulto… deseaba fervientemente pasar toda su vida sirviendo a Harry, y por tanto, necesitaba su libertad. Era la única razón por la que la preocupaba. Sí, era cierto que tenía pesadillas con los dementores, que la idea de aquellas criaturas que habían terminado de enloquecerla la repugnaba… pero incluso eso palidecía ante la idea de separarse de su amo.

Lo cierto es que para ella no había sido difícil. Ya adoraba a alguien por encima de todas las cosas antes de que aquella maravillosa poción la afectara. Y hablando de pociones… en aquel momento estaba trabajando en una. El caldero borboteaba frente a ella. Siempre se le habían dado bien las pociones. Dejó caer el largo cabello pelirrojo que había recogido en la poción, y esta cambió de color.

Harry se encontraba en los jardines. No se quitaba a Ginny de la cabeza. Había fantaseado con la pelirroja todo el año anterior… cuando había entrado en el equipo de Quidditch, aquel beso después de ganar la copa y todas las dudas que había experimentado en medio.

Escuchó pasos tras él e instintivamente se giró. Aquellos años había aprendido a estar atento en todo momento. Y Voldemort estaba muerto, no así sus seguidores. Pero la sorpresa fue mayúscula al ver a Ginny acercarse en su dirección.

Harry pestañeó rápidamente al ver a la pelirroja aproximarse a él. Iba ataviada con un seductor vestido rojo, con un pronunciado escote de pico, y tacones a juego. La muchacha se inclinó sobre el extrañado muchacho y sin aviso lo besó en los labios, jugando con su lengua. El muchacho respondió al beso, y recorrió su espalda con las manos.

_ ¿Bella? _ Preguntó, reconociendo la forma en la que sus labios luchaban.

_ Shh… no rompas la magia. _ Susurró la pelirroja.

Harry asintió y acomodó las manos sobre el trasero de la muchacha, comiéndole la boca ansiosamente mientras notaba el olor que Ginny desprendía. Su polla endurecida estaba expectante y Ginny se la acarició, comprobando su dureza.

_ Que duro estás, mi amor. _ Sonrió. Bella estaba haciendo una actuación magnífica. _ Vamos… sígueme.

Ginny avanzó por el jardín, buscando un lugar apartado bajo una higuera. Se tumbó sobre la hierba y Harry se colocó sobre ella. Ahora le tocaba estar encima. Lentamente le quitó las tiras del vestido mientras ella le iba desvistiendo a la par.

Harry se entretuvo mirando la piel pálida de su enamorada… las pecas que la adornaban. Era tan hermosa como él había imaginado. Sujetó sus pechos con ambas manos y empezó a chuparlos mientras ella acomodaba su polla rozando su coño, adornado por una suave capa de vello pelirrojo que Harry encontró seductora.

_ Siempre quise que mi primera vez fuese contigo, Harry… _ Susurró Ginny, acariciando sus labios con los dedos. _ Me he guardado para ti.

Harry notó una resistencia en su avance por aquel estrecho órgano sexual. Efectivamente, Ginny era virgen. Harry sabía que todo ello era producto de la poción multijugos, pero le dio completamente igual. Besó a Ginny profundamente en los labios y la penetró con mucho cuidado. Ginny gimoteó un poco cuando su himen se rompió.

_ Tranquila, todo irá bien… _ Susurró, besándola con afecto mientras iba acompasando sus movimientos, despacio.

Ginny abandonó sus quejidos y se convirtieron lentamente en gemidos de placer. La muchacha se agitó, aferrando las nalgas de Harry mientras dejaba al muchacho correrse dentro de ella. Harry se quedó sobre ella, besándola en los labios. Ginny le sonrió.

_ Ha sido maravilloso, mi amor. _ susurró ella, acariciando su espalda. _ Ahora deja que yo haga algo por ti…

Harry supo instintivamente lo que venía cuando Ginny se relamió. Se acomodó en el suelo y su amada pelirroja se arrodilló ante el y recorrió su polla con los labios. Harry había fantaseado muchas veces con eso, con Ginny acomodada en su entrepierna, tomándose su tiempo para lamer sus huevos. Harry estaba en el paraíso, podría acostumbrarse a aquello.

Cuando llegó la noche, Bella había recuperado su aspecto original. Se encontraba tumbada con Harry, en la cama, acurrucada a su lado.

_ ¿Te gustó mi sorpresa? _ Le preguntó, acariciándole el pecho con dulzura.

_ Sí, mucho. _ Dijo él, mirándola a los ojos.

La forma en la que Bella le miraba le calentaba el alma. Esa total admiración, ese amor profundo e intenso… bajo los efectos de la poción había visto a Ginny con esa misma mirada, y no se la había podido quitar de la cabeza. La imagen iba a empezar a obsesionarlo.

Las fotos que Bella había colocado en la mesilla, no ayudaban. No sabía cómo los había captado, debía reconocerlo. Pero eran fotos tanto de la propia Bella, como de Ginny… en el momento en que se la estaban chupando. Por supuesto, como todas las fotos del mundo mágico, se movían y podía ver cómo la chupaban. A veces incluso escuchaba sus propios gemidos y los de las chicas salir de la imagen… Y era algo que le ponía absurdamente cachondo.

_ Sigues pensando en ella, ¿Verdad? _ La morena era muy astuta. _ Oye, aún tengo poción… aguantará unas semanas. Puedo seguir tomándola si quieres.

_ Quiero a la verdadera Ginny. _ Dijo Harry.

_ Oh… _ Bella bajó la cabeza.

_ ¿Estás celosa? _ Preguntó él.

_ No seas ridículo, pottercito. Sólo… estaba pensando en cómo podría ayudarte a conseguir a la verdadera Ginny. Estoy segura de que juntas podríamos hacerte muy feliz. Me encantaría enseñarle cómo te gusta que te la chupen.

Un instinto poderoso y primitivo se apoderó de Harry. Imaginar a Bella dándole lecciones sexuales a Ginny, fue demasiado para él. Se le volvió a poner dura y Bella sonrió, acariciándosela con los dedos.

_ Verás… lo primero que debería conseguir… _ Sus dedos rozaban con mucho cuidado los huevos de Harry mientras le masturbaba. _ Es acceso a los restos de la poción. Quizá con ellos pueda elaborar una nueva muestra.

Harry trataba de escuchar atentamente, pero la forma en la que los dedos de Bella se aferraban a su tronco y el ritmo lento y planificado de la masturbación lo hacían casi imposible.

_ Tendría que montar un laboratorio en Hogwarts… en la propia sala de menesteres. _ Harry extendió la mano y le tocó los pechos a Bella. Ella se mordió el labio antes de seguir hablando. _ Pero para acceder al castillo… tendríamos que hacer algo… cuestionable.

_ ¿Cuestionable?

_ Tendríamos que lanzar la maldición imperius a alguien, pottercito. _ Justo en ese momento, Bella aceleró el ritmo de sus movimiento.

Porque Bella era muy lista. Ella sabía que Harry era su amo, su dios, y si él le decía que no, no haría nada, se quedaría en casa, sumisa y obediente. Le esperaría hasta que terminase el curso, pero… ella sabía que, para alcanzar la felicidad plena, Harry quería a Ginny. Así que si debía manipularlo un poquitín de nada para que accediese… En el fondo sólo estaba obrando para cumplir sus deseos, ¿No era eso lo importante?

_ Usaré la poción multijugos para hacerme pasar por esa persona. _ Le susurró al oído. _ Y así poder moverme por el castillo… pero para eso… necesitamos tenerla controlada.

Harry estaba al borde del orgasmo. Los dedos de Bella eran incluso más mágicos que su varita, porque Harry notaba cómo estaba a punto de llegar, pero Bella se lo impedía. Y para empeorar las cosas, le metió la lengua en la oreja y sintió un estremecimiento.

_ Enseñaré a Ginny a hacer todo esto, mi amo. _ Le susurró. _ Pero tienes que permitirme hacer esto por ti.

_ Lo haré.

Harry se corrió violentamente sobre la mano de Bella, manchando la misma mano y la cama con su semilla. Bella no respondió de inmediato, pues empezó a chuparse el semen que manchaba su mano, de una forma que impidió que Harry pudiera dejar de mirar. La sensualidad con la que hizo tanto esa acción como la que vino después al recoger los restos de semen del colchón le tuvieron embelesado.

_ Necesitamos a alguien que conozcas… que esté cerca de ti… alguien a quien no tengas demasiado aprecio, sin embargo. _ Le explicó Bella. _ Alguien a quien no te duela demasiado hechizar. Y debería tener una mente débil, por supuesto.

Harry fue extrañamente frío, por extraño que pareciera. Por su cabeza pasaron sus amistades y por primera vez no las vio como personas si no como mujeres. Y trató de imaginar cómo serían desnudas. Y no pudo evitar que Hermione pasase por su cabeza. Extrañamente no le resultó tan repugnante como debiera la idea de lanzar la maldición imperius a Hermione. Porque la imaginó arrodillada ante él, comiéndosela, y ese pensamiento era poderoso.

Pero Bella había dicho unas últimas palabras que lo cambiaban todo. "Una mente débil". Harry tenía mucho respeto a Hermione, y por buenos motivos. Hermione era la muchacha más inteligente que Harry había conocido nunca, era valerosa… y tenía una fuerza de voluntad que Harry había visto en pocas personas. No, Hermione no tenía la mente débil como no la tenían Ginny o Luna. Prácticamente ninguna de las chicas que había entre sus amistades eran débiles de espíritu.

Pero había alguien que sí que podía servir. Alguien que ya no consideraba una amiga, pero que había sido muy cercana a él. Una persona que no se sentiría culpable por hechizar. De hecho, es probable que lo disfrutaba. Una persona con una mente débil y patéticamente fácil de arrastrar a un camino oscuro.

_ Ya sé quién es la persona apropiada. _ Harry expresó una sonrisa sombría que habría asustado a cualquiera de sus amigos, pero que a Bella le resultaba encantadora.

_ Perfecto, ¿Es guapa al menos?

_ Creo que es su única cualidad a favor. _ Harry se encogió de hombros.

_ Servirá. _ Dijo Bella. _ ¿De quién se trata?

Bella tenía una sonrisa en la cara. Ya era de noche y le gustaba volver a estar en acción. Desde la muerte de Voldemort no había usado su varita con intenciones hostiles… y Bella disfrutaba mucho de eso. De la batalla, de las escaramuzas… se humedecía con ello. Adoraba el caos, y por eso había adorado luchar para Voldemort.

Y Harry la había atado en corto, pero en el fondo no había cambiado… y estaba ansiosa por cazar a aquella traidora y someterla. Casi por desgracia para ella, fue muy fácil. Se encontró en una pequeña casa con jardín. Pudo abrir la puerta sin demasiados problemas. Pasó por la habitación de los padres de la muchacha y lanzó un conjuro insonorizador. En el pasado, los habría matado, pero Harry le había dicho que no volviese a matar.

No le había dicho nada de torturar, tampoco, y una parte de ella ansiaba desatar su maldición favorita. Era una auténtica experta en la maldición crucciatus. Tener que renunciar a ella le dolía, pero al menos podía divertirse un poco. La jovencita estaba durmiendo plácidamente en su cama. Eso facilitaba las cosas. Bella extendió la varita.

_ ¡Imperio! _ Lo gritó a viva voz, sabiendo que nadie podía oírla.

La muchacha en la cama se quedó rígida. Bella se relamió e instintivamente jugó con sus rizos. Bajó la varita, sabiendo que ya no la necesitaba.

_ En pie, fulana. _ Dijo Bella.

Ahora que no estaba con su amo, podía permitirse ser un poco más mandona, más cruel. La muchacha se puso en pie, delante de ella, en pijama. Bajo una cortina de cabello negro, unos ojos rasgados tenían la mirada perdida y la boca estaba ligeramente entreabierta. Quizá fuera por haber lanzado el conjuro mientras dormía, pero a Bella le encantó verla así.

_ Así que tú eres Cho Chang. _ La identificó Bella. _ Sí, decididamente tu mente es débil, no tienes la mas mínima resistencia. Desnúdate.

_ Sí… _ Respondió.

_ A partir de ahora, cuando te de una orden deberás responder con un "Sí, ama". ¿Entendido?

_ Sí, ama. _ Respondió la asiática mientras se deshacía del pijama.

Bella la observó mientras se desvestía. Debía decir que la figura de Cho le gustó. No le importaba tener que hacerse pasar por ella. Sin embargo, su coño estaba cubierto de una capa de vello completamente descontrolada. Eso a Harry seguramente no le gustase, pero tenía arreglo.

Bella hizo un movimiento de varita ante su inerte esclava y su vello corporal se recortó hasta quedar adornando con forma de corazón. Bella sonrió, estaba conforme.

_ Bueno, ya que estamos solas y tenemos tiempo… puedo probar tus habilidades… _ Bella sonrió mientras se desvestía y se sentó sobre la cama. _ De rodillas y hazme un oral.

_ Sí, ama.

Cho se inclinó junto a la cama, abrió los labios vaginales de Bella y los recorrió con la lengua. La mortífaga lanzó un estremecimiento y aferró la cabeza de la muchacha, forzándole los labios.

_ Que mal se te da esto. _ Gimoteó Bellatrix. _ Voy a tener que entrenarte si esperas ser útil para el amo.

_ Sí, ama. _ Dijo Cho, con un estremecimiento.

_ Tócate mientras piensas en Harry.

_ Sí, ama. _ Los dedos de Cho se frotaron con ansia contra su coño mientras chupaba el de Bellatrix.

Bella le sujetó su cabeza con ambas manos y la fue guiando en sus lametones. Cho se movía con gestos mecánicos, sin emoción alguna. Era como un robot.

A pesar de todo, Bella finalmente se corrió en su cara, sin mostrar respeto. Respiró pesadamente durante un par de minutos, disfrutando de su orgasmo mientras Cho se seguía masturbando. Se había corrido ya tres veces, pero no le habían dicho que parase.

_ Suficiente, vuelve a ponerte el pijama.

Mientras Cho obedecía, la propia Bella se estaba vistiendo, acomodando su traje. Cuando terminó, su sierva volvía a estar en pijama, babeante.

_ Bien. Nos encontraremos de nuevo en la estación de King Cross el uno de septiembre. _ Le informó. _ Compórtate con normalidad hasta entonces.

_ Si, ama.

Harry entendió perfectamente la gran diferencia entre la poción que le había dado a Bella y la maldición imperius cuando vio a Cho con el conjuro puesto. Era obediente, sumisa, sin duda. Pero no había afecto en sus expresiones, no había la admiración y el cariño que sí veía en Bella. Si usar la maldición imperius con Ginny había pasado en algún momento por su mente, ver a Cho terminó de eliminar esa idea.

_ Bien, has hecho lo que te he pedido, buena chica, buena marioneta. _ Dijo Bella, dejando escapar una risa.

_ Bella, baja la voz, los muggles van a escucharte.

_ Oh, lo siento, pottercito. _ Dijo, en voz baja._ Desnúdate y dame tu ropa.

_ Sí, mi ama. _ susurró Cho.

Se encontraban en mitad de un baño público en la estación de King Cross, y habían atrancado la puerta, pero eso no daba a Harry la tranquilidad suficiente cuando vio a las dos mujeres empezar a desnudarse. Bella guardó su ropa en el bolso y Cho la dejó sobre el lavabo mientras Harry la observaba.

_ Eso es obra tuya, ¿Verdad? _ Dijo, señalando el particular "corte de pelo" del vello de la asiática.

_ ¿Te gusta? _ Pregunto Bella.

_ Me encanta. _ Dijo Harry, sonriendo. _ Estás en todo.

_ Sí, sí que lo estoy. _ Bella le guiñó el ojo. _ Cho, al bolso.

_ Sí, mi ama. _ Cho, sin pararse a cuestionarlo, comenzó a meter las piernas en el bolso.

El pequeño bolso se tragó a la muchacha entera y Bella le arrancó un cabello justo antes de que terminase de entrar y sacó del mismo bolso una pequeña cantimplora. Introdujo el pelo de la muchacha y dio un trago de la misma.

Harry había vivido en sus propias carnes la experiencia de usar la poción multijugos y sabía que era desagradable, pero Bella mantuvo la compostura mientras su cuerpo cambiaba y encogía para convertirse en el de Cho. Tuvo que sostenerse sobre el lavabo. Se crujió el cuello y se observó. Era idéntica a la auténtica Cho, "corte de pelo" incluido.

_ Ah… vas a pensar que tengo un fetiche por hacerme pasar por jovencitas. _ Dijo, mientras empezaba a vestirse con la ropa que la auténtica Cho había dejado dispuesta.

_ Tú debes pensar que yo tengo un fetiche con las maduras cuando follamos. _ Harry sonrió.

_ Ah, no sabes cuanto te quiero. _ Dijo "Cho" tomando a Harry del brazo. _ Buen, vamos… a este ritmo llegaremos tarde al tren.

Harry sonrió. Tenía el convencimiento de que aquel iba a ser su mejor curso escolar.

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