Ryan y John suspiraron, negando con la cabeza impotentes mientras se giraban para irse.
—Ryan —llamó Natalie—, estoy segura de que vas a informar a tu jefe sobre esto. Dile que es mi amigo, Vincent, de Ciudad Xyros.
Ryan asintió y se fue con John.
Justo entonces, Ella entró a la sala de reuniones con un archivo en sus manos. —Señorita Natalie… oh, estos dulces…
—¿Quieres uno? —ofreció Natalie.
—Sí, sí, por favor —respondió Ella con entusiasmo, tomando un caramelo con deleite—. Umm… después de tanto tiempo…
—Mejor que el orgasmo que te da tu marido, ¿verdad? —bromeó Mia con una risa.
Ella asintió sin dudar, de acuerdo entusiasmada.
Dan, observando el intercambio, negó con la cabeza y salió de la sala, murmurando para sí mismo. ¿Qué tienen de especial estos caramelos que hacen que estas mujeres pierdan la cabeza? Si son tan buenos, ¿por qué dejaron de fabricarlos? Definitivamente las mujeres tienen gustos raros.
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