—¿Qué está pasando? —preguntó Millet a Tirón, su curiosidad aumentó después de escuchar al jefe decir que saldrían a las cuatro y media.
—Tiene prisa por llegar a casa —respondió Tirón con un encogimiento de hombros despreocupado.
Millet frunció el ceño. —Pero, ¿por qué? ¿No te parece que ha estado actuando raro? ¡Se va temprano! ¿Y soy la única que nota cómo está... brillando? El jefe siempre es guapo, pero últimamente ni siquiera frunce el ceño. No puedo decidir si es algo bueno o malo. Siento que algo está a punto de pasar... —se interrumpió, sonando sospechosa.
Tirón soltó una carcajada. —Tómalo como una oportunidad para irte a casa temprano también, Millet. Vamos a cenar juntos mañana.
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