—¿Por qué estás aquí? ¿No has hecho ya suficiente? —La mirada de Ava podría haber atravesado piedra mientras fijaba sus ojos en Serena, que acababa de entrar a su habitación. Su pecho se tensó de ira, la mera vista de esta mujer encendiendo una tormenta de resentimiento. Esta mujer había destruido a su familia. Por su culpa, la hermana de Ava se había convertido en el hazmerreír de la universidad, su propia carrera se había desmoronado en cenizas, y su madre... Lydia había sido destruida a manos de Serena. Los dedos de Ava se crisparon con el impulso de lanzarle algo a Serena. Gritar hasta que su garganta estuviera ronca y deshacerse de esta mujer.
Pero Serena, siempre compuesta, levantó una ceja en desdén silencioso, su calma solo avivando la furia de Ava. Sin decir una palabra, cruzó la habitación y colocó un archivo en la cama, imperturbable ante su mirada fulminante.
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