—Has cambiado.
Serena miró fijamente a Sidney Price, odiando la manera casual, casi burlona con la que la miraba, como si la conociera mejor que nadie. Se contuvo de responder, intentando mantenerse profesional, pero el desdén en su voz se filtró.
—¿Puedo tener un respiro de ti, Sidney? He hecho lo que me pediste, así que ¿puedes tomar esa cara de autosuficiencia y salir de mi oficina? —señaló hacia la puerta—. Realmente no quiero verte más de lo necesario.
Sidney solo sonrió, claramente imperturbable por su irritación. ¡Estaba feliz hoy! ¡Hoy había logrado dos cosas! Serena iba a ser libre de nuevo. Y su petición de divorcio a Aiden era una victoria que seguramente lo aplastaría.
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