Pero cuando miró por segunda vez, la figura ya había desaparecido.
En la carretera, los vehículos iban y venían en un flujo interminable.
Era como si lo que había visto hace un momento solo fuese una ilusión.
La mirada de Jiang Moyuan se profundizó.
No creía haberse equivocado, pero si verdaderamente era esa persona, ¿qué hacía en la Ciudad de Shanghai?
Jiang Moyuan apagó su cigarrillo, agobiado por sus pensamientos, y se volvió aún más irritable.
Justo entonces, alguien golpeó en la puerta de la oficina.
Jiang Moyuan se recompuso, colocó la colilla del cigarrillo en el cenicero y regresó a su asiento —Entren.
—Tercer Maestro —la secretaria entró con cuidado—, la Señorita Huaping está abajo y le pide que baje.
¿Jiang Huaping?
Al escuchar este nombre, Jiang Moyuan se sorprendió mucho.
Aunque Jiang Huaping era su segunda hermana, ella se había ido a la capital hace tiempo, y no estaban muy familiarizados ni tenían mucho en común.
Además, los dos eran medios hermanos.
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