Chris miró a Damien, sus ojos abiertos de par en par con incredulidad. —¿Quieres comprar todo el pueblo? —preguntó, su voz apenas un susurro.
Damien simplemente asintió, su expresión calmada y decidida. —Sí. Este lugar tiene potencial, más del que puedas imaginar.
Entraron al pequeño y tenue vestíbulo del hotel, donde un hombre con ojos somnolientos en el mostrador apenas reconoció su presencia. Entregó dos llaves con un bostezo, haciendo un vago gesto hacia la escalera. El botones, un adolescente delgado con una mirada de desinterés, se arrastró para recoger su equipaje.
A medida que comenzaban a caminar hacia las escaleras, Chris no pudo contener por más tiempo su curiosidad. —¿Pero por qué, Alfa? ¿Por qué comprar un pueblo entero en medio de la nada?
Damien lo miró, con un atisbo de sonrisa en las comisuras de sus labios. —¿Conoces la historia de este lugar?
Chris negó con la cabeza. —No mucho. Solo que está aislado y no pasa mucho aquí.
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