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[Perspectiva de Margarita]
Elizabeth dejó escapar un pequeño quejido animal y se enrolló en posición fetal. Esto era lo que hacían los humanos cuando aún estaban dentro del vientre materno. Cuando los humanos estaban nerviosos, instintivamente adoptaban esta posición.
Quería decir algo para tranquilizarla, pero no sabía qué decir.
Aún no podía contactar a Donald, y no había manera de que pudiera escapar por mi cuenta. Teníamos que quedarnos aquí y esperar los arreglos de Ángel.
Esta espera sin rumbo era lo más tortuoso. Podía sentir claramente cómo mi estado de ánimo se volvía más ansioso con cada segundo.
—¿Dónde diablos estamos? —me pregunté.
—¿Hemos dejado la Manada de la Luna Plateada?
—¿Habrá patrullas por aquí?
—Donald ya debe estar enviando gente para buscarnos. Si gritamos fuerte aquí, ¿es posible que alguien de afuera nos oiga y venga a salvarnos, o alertaremos a los guardias y nos dejarán inconscientes?
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