[La perspectiva de Margaret]
Cuando abrí los ojos, Donald estaba durmiendo a mi lado.
Esta experiencia era nueva. Su brazo estaba alrededor de mi cintura, y mi mano estaba presionada contra su fuerte pecho. Frente a mí estaba su nariz alta y su guapo rostro. Vi que él también había abierto los ojos. Me gustaban los ojos de Donald. Siempre tenía ojos para mí.
—Buenos días, Margarita —escuchó decir a Donald vagamente, con un dejo de pereza como si no hubiera recobrado la conciencia por la mañana.
—Buenos días, Donald.
La mañana siempre era preciosa. Sabíamos que no podíamos quedarnos en la cama mucho tiempo. Especialmente Donald. Tenía cosas que hacer todo el día. De hecho, yo también tenía mucho que resolver. Salí con Donald así anoche. No podía dejarle el resto de los preparativos a Elizabeth. Elizabeth me mataría.
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