—Ja, me enamoré de ti e incluso me sacrifiqué por ti. ¿Crees que te creeré? —Xie Jiuhan estaba sentado en el sofá con una mirada de desdén. Solo un poco de eso en su mano podría hacerle volverse gay. No lo creía en absoluto.
Feng Qing sonrió y no dijo nada más. Ella estaba haciendo todo lo posible para resistir los efectos de la droga, y su conciencia estaba siendo gradualmente devorada. El sudor emanaba en la superficie de su piel.
Al mirar su apariencia inquieta, especialmente sus grandes ojos, Xie Jiuhan comenzó a respirar más fuerte. El rostro femenino y justo del Señor Qingyi se transformó en el rostro tierno y justo de Feng Qing, como si ella le estuviera sonriendo.
En la neblina, parecía que el Señor Qingyi le estaba diciendo algo romántico. Sus labios seductores se abrían y se cerraban en cámara lenta, haciendo hervir su sangre y deseando poder besarle de inmediato.
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