Samantha solo se dio cuenta de que algo no estaba del todo bien después de hablar. Justo cuando estaba pensando en algo que pudiera decir para remediarlo, escuchó la maravillosa voz de Timothy.
—Está bien —le dijo él.
Samantha se sobresaltó al principio y se preguntó si había escuchado mal. Respondió débilmente:
—Timothy, tú... ¿Qué dijiste?
Timothy colocó la cerilla aún encendida frente a sus labios y dijo:
—Sopla.
Samantha sopló la llama en un estupor.
—Dije —los finos labios de Timothy se abrieron ligeramente y pronunció cada palabra con claridad—, ...tu deseo se ha cumplido.
Tras una pausa, sus labios se curvaron ligeramente y bajó la voz. Había un rastro de magnetismo en su tono mientras sus ojos negros la miraban profundamente y dijo:
—Estaré bajo tu cuidado a partir de ahora, ¡cariño!
Mientras esas palabras flotaban lentamente en sus oídos, la visión de Samantha se volvía borrosa y sentía como si todavía estuviera en un sueño.
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