—Como prometió —Casio cerró los ojos y la sostuvo—. Sus manos lentamente desataron el hilo de su camisa que ella llevaba puesta. Sus manos tocaban gentilmente su cuello mientras forcejeaba con ella, ya que no podía verla.
Ella tomó su mano y lo guió. Pronto él sostuvo la camisa y la quitó lentamente en caso de que sus manos se lastimaran.
Luego sus manos alcanzaron su vestido. Ella se movió y lo abrazó desde el frente. Sus manos alcanzaron su espalda y abrieron el cierre. El viento frío tocó su cuerpo y también sus manos vagaron por su espalda, tratando de encontrar los hilos del corsé.
Ella jadeó mientras sus manos continuaban moviéndose sobre su piel. Sus respiraciones se volvieron entrecortadas; sin embargo, se mordió los labios para controlar.
No podía permitirle saber cuánto la volvía loca su toque. Sus manos finalmente abrieron todos los hilos y el vestido cayó. Lo sostuvo con su mano izquierda, temiendo que cayera y que se quedara completamente desnuda.
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