—¿No vamos a casa? —preguntó Lana, porque notó que Liam conducía hacia un camino diferente.
Liam tomó su mano, la llevó a su boca y la besó suavemente mientras la miraba con una sonrisa pícara en el rostro antes de volver la vista al camino. Lana soltó un suspiro inconsciente ante eso porque él se veía tan peligrosamente guapo cada vez que sonreía así, un poco travieso y seductor.
«Siempre se ve tan guapo, though», consideró para sí, y vinieron a su mente escenas de su cuerpo musculoso haciendo tantas cosas con ella, inundando su mente con pensamientos traviesos.
Su rostro se enrojeció, recordando lo abrumador que a veces se volvía y aun así permanecía tan gentil. Su corazón volvió a latir erráticamente con todos esos pensamientos.
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