El rostro de Lana se tornó carmesí de la vergüenza. Ella escondió su cara detrás de su cabello y en la almohada para no ser vista por Liam, quien no dejaría pasar ninguna oportunidad de burlarse de ella.
—Ve al sofá, Liam —le recordó ella. Todavía estaba enfurruñada y no de humor para ser molestada. En conflicto con sus propias emociones, su corazón y su mente simplemente no podían ponerse de acuerdo, llevándola en direcciones opuestas. Estaban debatiendo fuertemente. Obviamente había una guerra entre su corazón y su mente.
—Déjame dormir aquí, contigo, a partir de ahora, está bien. ¿Cuál es la diferencia? Ya hicimos lo que un esposo y esposa normales hacen, así que dormir en una cama juntos no es nada. No te preocupes, me comportaré y no haré nada que esté en contra de tu voluntad. Realmente me gustas, Lana, y te respeto, así que si dices que pare, definitivamente lo haré. Así que por favor no me rechaces —ella escuchó susurrar a Liam.
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