Roxana fue a los cuarteles de defensa donde ya podía escuchar a Sir Fulker lanzando sus insultos. Fue a saludarlo.
—Buenos días, Señor —sonrió ella.
—¿Qué mañana? Ya casi es hora de almorzar. Levántate temprano si vas a venir aquí —dijo él, manteniendo su personaje.
—Sí, Señor —dijo ella firmemente, contenta de que él no la tratara de forma diferente. Pero todos los demás ya habían empezado a murmurar, preguntándose qué hacía ahí como guardia.
Roxana los ignoró y fue al almacén a tomar sus armas. No se preocupó por buscar a Gary y Peter ya que no quería hacerlos sentir incómodos. Ella podía entender sus razones.
Caminando por los pasillos, se dio cuenta de que los rumores se habían esparcido más de lo que esperaba. Los sirvientes la miraban y las sirvientas cuchicheaban tan pronto como pasaban por su lado. Aún no era reina y ya era objeto de escrutinio.
Ignorando todos los susurros y miradas, fue a los aposentos del rey y se encontró con Gary en los pasillos.
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