—¿Desvestirse? —La mente de Angélica vagaba lejos, yendo a cualquier lugar menos a ese en el que se encontraba. Pensó en su madre y en la vida que había deseado para ella. Pensó en su avaro padre. Incluso él no querría que ella estuviera en esta situación y, por último, pensó en su hermano. ¿Qué pensaría él de esto? ¿Qué pensaría de lo que ella había llegado a ser?
Había luchado con todas sus fuerzas por él y por ella misma. Pero esta no era la clase de lucha que quería llevar a cabo. No quería soportar esto todos los días, por egoísta que pudiera parecer. Sabía que abandonar este lugar podría ser más peligroso y posiblemente llevarla a la muerte, dejando a su hermano completamente solo. Pero no podía dejar de ser egoísta. No podía dejar de desear algo más y no rendirse a esto.
Desviando la mirada, observó al hombre frente a ella, quien parecía perder la paciencia cuando ella no hacía nada.
—Será más fácil para ti si nos llevamos bien, Ángel —dijo él.
¿Ángel?
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