—Amor... —Aries y Abel habían compartido lo más íntimo que un hombre y una mujer pueden compartir físicamente. Se habían susurrado todas esas dulces naderías al oído, conscientes de la importancia del otro en su vida.
—Pero nunca una vez esa palabra "amor" había dejado sus labios. —Creyeron que no era importante porque conocían sus corazones. Y entendían que tenían un entendimiento mutuo de sus acciones, pensamientos y sentimientos.
—¿Quién hubiera pensado que esa simple frase "Aún así te amaré igual", haría que todas las fibras de su cuerpo se estremecieran? Mariposas en su estómago, haciendo que sus dedos se curvaran y se derritieran con la ternura de sus labios.
—Él la ama. —Era lo más obvio del mundo y, sin embargo, escucharlo trajo burbujas a su corazón. Sonaba hermoso. La inquietud en su corazón se calmó, los ojos se cerraron, sintiendo su calor transferirse de su boca a la de ella.
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