Qiao Nian quería saber si sus padres biológicos aún estaban vivos.
Si ya no estaban, entonces como su hija, debería ofrecer incienso en las tumbas de sus padres.
Si aún estaban, entonces todo lo que quería saber era por qué no habían ido a buscarla. Por qué la habían dejado sola...
Ante ese pensamiento, Qiao Nian sacó su teléfono y realizó una llamada. Su voz era tan fría como el hielo.
—Quiero toda la información sobre Qiu Nan del Gimnasio Feng Yun.
Dado que ya había confirmado la sospecha de que no tenía ninguna relación con Su Xue, era hora de que los asuntos extramatrimoniales de Su Xue fueran expuestos.
En ese momento, el teléfono de Qiao Nian empezó a sonar. Lo cogió y echó un vistazo al identificador de llamadas. Era Su Xue.
Un atisbo de frialdad pasó por los ojos de Qiao Nian. Contestó la llamada y acercó el teléfono a su oído.
—¿Por qué me buscas? —dijo fríamente.
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