Shen se encontraba inmerso en su oficina, rodeado de montones de papeles y documentos que atestiguaban su arduo trabajo. Las horas habían pasado lentamente mientras se sumergía en sus responsabilidades.
Su rostro, de tez albina, parecía iluminarse bajo la tenue luz que se filtraba por la ventana. Sus labios, delicadamente coloreados en un tono cereza, insinuaban un misterio oculto. Las pestañas largas, como delicadas plumas, enmarcaban unos ojos profundos y penetrantes que parecían guardar secretos antiguos.
El cabello de Shen, sedoso y perfectamente peinado, caía en suaves mechones alrededor de su rostro, enmarcando sus rasgos con una elegancia celestial. Cada movimiento que realizaba, incluso en medio de su agotadora rutina laboral, poseía una gracia divina y una serenidad indescriptible.
A pesar del estrés y la presión que lo rodeaban, había algo en su apariencia que transmitía una tranquilidad innata, como si estuviera en armonía con su propio ser. Era como si su belleza fuera un reflejo de la calma interior que ocultaba bajo su fachada imponente.
Mientras permanecía absorto en su trabajo, los trazos de su rostro se suavizaban, revelando una expresión concentrada pero serena. Aunque el cansancio se reflejaba en sus ojos, la elegancia de sus facciones permanecía intacta, como si estuviera hecho para reinar en medio del caos.
Entonces, interrumpiendo esa paz, Shen se volvió hacia un subordinado fuera de su oficina y le pidió que llamara a Zhang.
Mientras esperaba, su mirada se perdía en el horizonte y sus pensamientos turbios se disipaban. Sabía que, a pesar de las tormentas que lo acosaban, había encontrado un ancla en la figura de Zhang, un faro de luz en medio de la oscuridad que lo envolvía.
Finalmente llegó y después de invitarlo a sentarse junto a él empezó.
— La segunda vez que nos encontramos ¿Nunca te preguntaste, por qué actué tan exageradamente cuando apenas te conocía? — dijo, shen mirando el rojo atardecer, como sumergido en sus pensamientos. Después de un silencio algo largo en el que no había notado que Zhang había girado su mirada hacia él.
— …en realidad… ni siquiera yo sé exactamente por qué… — continuó, dudando.
— Siempre he odiado enfermarme, procuré no preocuparme nunca por nadie, pero es curioso que … desde que te ví por primera vez… sentí que eras diferente, tal vez fui solo yo y me convencí de lo que quería ver, pero lo cierto es que en ese momento fue algo inexplicable, sentí que podrías entenderme y que eras alguien… diferente, alguien que debía mantener a mi lado. Así que ese día, como una reacción automática, no lo dudé y me comporté de manera tan extraña — … ah, debió haber sido muy incómodo para tí… —dijo con una risa burlona.
Su general no lo interrumpiría, jamás. Adoraba la sinceridad de Shen, sabía que aún resultándole difícil mostrarse vulnerable lo haría si la otra persona escuchara con objetividad. Su actuar estaba siempre fundamentado en la justicia.
Después de un breve silencio en el que adoptó una expresión más seria continuó:
—Zhang, eres el mejor general que he conocido, ellos te seguirán a donde sea que vayas, te serán siempre leales y tendrán éxito mientras tú los dirijas. No tienes que quedarte a mi lado, lo que sea que haya hecho por ustedes, con el apoyo que me han dado, ha sido equilibrado y devuelto justamente… mi guerra no es la suya. El camino que elegí recorrer puede no ser adecuado para ustedes, sugiero que debatas con los tuyos si desean continuar o no porque una vez demos el siguiente paso no habrá retorno.
Zhang vio, en lo que a otros les parecería la indiferencia habitual de Shen, una figura solitaria y triste de una persona que siempre intentó mantenerse firme y a pesar de sus intentos por ser cruel no podía evitar que la parte pura emergiera poniendo siempre como prioridad al resto.
Al conocer a Shen de niños Zhang pensó que este sería arrogante y egoísta, luego entendió que la única oscuridad en Shen era el hecho de ser el príncipe de Gongmen, este título que no había elegido lo había obligado a construir una coraza dura para protegerse de su entorno. Actuaba arrogante y autoritario frente a los demás, a veces incluso burlándose de sus oponentes con sarcasmo y comentarios agudos. Sin embargo, al interactuar más con él y observar detenidamente notó que de manera inconsciente no podía evitar tender la mano a quien lo necesitaba Un rasgo que no encajaba para nada con la realeza por lo que cada vez parecía intentar suprimir más y más esa parte de él.
La naturaleza bondadosa del príncipe era más evidente antes de su exilio. Después de él, Zhang fue testigo de cómo esa parte se iba extinguiendo cada día más, hasta que de pronto parecía haber desaparecido.
Su única motivación parecía ser ahora la venganza. Pero Zhang creía que Shen nunca podría renunciar a esa parte de él pues era tan suya que al erradicarla moriría también. Sabía que muy en el fondo Shen había cambiado muy poco, la pregunta que le hacía ahora era una de las confirmaciones más evidentes.
Durante estos años Shen se mostró más y más autoritario, indiferente y egoísta frente a su ejército de lobos. Pero ahora, a tan sólo un paso de iniciar con su plan de venganza les daba la elección de continuar o no hacerlo.
Esto podría parecer ridículo pues en el peor de los casos significaría que Shen emprendería su venganza absolutamente sólo lo cual aseguraba una derrota. Pero Zhang sabía que Shen era así, a veces en esa lucha por suprimir esa parte bondadosa de él estaba dispuesto incluso a poner la vida de otros sobre la suya, dándole contradictoriamente siempre ventaja a esa parte tan suya que quería erradicar.
Shen había reflexionado sobre esto durante los últimos días, sabía que los guerreros lobo sufrirían pérdidas y muchos probablemente morirían. Esta situación le recordó a aquella en la que decidió asumir la responsabilidad por el supuesto genocidio a la aldea panda, quizás el resultado fuera el mismo ahora: un desastre.
Sin embargo, Shen era muy indiferente sobre lo que le sucediera, después de todo en el fondo sentía un vacío enorme al cual se había rendido, al final lo único que quería realmente, quizás solo era desaparecer. De pequeño había entendido que él no pertenecía al único lugar que intentó llamar hogar, el dilema en el que había estado durante tantos años hacía que cada vez lo invadiera una sensación de desesperación y angustia tal que en algún punto había puesto sobre la mesa el dejarlo todo. Después de todo no cambiaría nada si después de su muerte se sumergiera en la misma oscuridad espesa que siempre lo rodeó, esta idea lo tranquilizaba pues le era reconfortante saber que en cualquier instante podría solo sumergirse y descansar en esa familiar oscuridad.
Ambos contemplaron el paisaje a través de la ventana mientras los pétalos de las flores de un árbol cercano danzaban en la suave brisa. Shen tomó uno de ellos entre sus dedos, deleitándose con su suavidad y los exquisitos matices de colores
— Aún si todos eligen tomar otro rumbo yo siempre te elegiré —dijo, finalmente Zhang, con una firmeza y seguridad tan notables que Shen quedó conmovido, los latidos de su corazón se aceleraron, luego sintió que su rostro se calentaba y temiendo que Zhang note el motivo de su sonrojo bebió de golpe su vaso de licor apresuradamente. Ambos bebieron el resto de la noche, Shen se embriagó con más facilidad pues en realidad no acostumbraba beber.
En algún punto de la noche Shen sintió vagamente caricias que iban descendiendo de poco en poco, luego un beso que iba profundizándose cada vez más, provocando que las respiraciones de las dos personas se aceleraran.
Al contemplar el hermoso cuerpo de su amante albino, Zhang se sintió abrumado por una mezcla de fascinación y admiración. Cada curva pálida y delicada de la piel de Shen parecía emanar una sensualidad única, envolviendo a Shen en una esfera de atracción magnética.
La suavidad y la pureza de la tez de Shen, resaltada por sutiles tonos rosa. La forma en que la luz se reflejaba en su piel, creando un halo etéreo a su alrededor, evocaba una sensación de enigma y misterio que fascinaba a Zhang aún más.
El contraste entre el cabello blanco como la nieve de Zhang y sus ojos que parecían contener un océano de emociones, desencadenaba una pasión profunda y un deseo avasallador en Zhang. Era como si la blancura de su cuerpo fuera el lienzo perfecto en el que se pintaba una historia de amor y deseo desenfrenado.
Con la mente confusa Shen producía seductores gemidos bajos cada vez más constantes, pues Zhang estaba ahora acariciando su virilidad. Los movimientos circulares, ascendentes y descendentes por el órgano le producían tal placer que se retorcìa intentando escapar de esa nueva y extraña sensación para él pero sus muñecas eran sujetadas firmemente por una mano fuerte mientras la otra exploraba más y más las partes de ese cuerpo albino ahora tembloroso y enrojecido por los chupetones regados por todas partes.
Y sin saber bien quién estaba tocándolo susurro con un anhelo inconsciente: — Zhang.
Esto al parecer produjo que la otra parte se moviera con más celeridad hasta finalmente lograr su propósito. El cuerpo de Shen se contrajo al sentir un placer intenso cuando los dedos de aquella persona rozaron una parte interna, hasta ahora ignorada por él.
Sin darle mucho tiempo Zhang usó el líquido transparente ahora derramado para lubricar aún más esa parte provocando así los movimientos ahora más temblorosos de Shen por alejarse, intentando huir del placer abrazador que ello le producía.
De repente sintió que los dedos eran reemplazados por un cuerpo extraño duro y caliente, de inmediato abrió los ojos por la sorpresa y con la intención desesperada de protestar. Pero sus acciones fueron interrumpidas incluso antes de que alguna palabra saliera de su boca por la embestida repentina de la virilidad de Zhang, lo tenía todo dentro.
— Espera, espera… es demasiado — susurró Shen mirando a Zhang con unos hermosos ojos llorosos, el largo cabello revuelto y el rostro enrojecido.
Lamentablemente, esto no hizo más que alentar al ahora más excitado Zhang el cual lo embistió nuevamente introduciéndose aún más.
Shen contuvo la respiración y por fín fue consciente de sus cada vez más ruidosos gemidos por lo que desesperadamente intentó suprimirlos mordiéndose los labios. Cuando Zhang miró nuevamente el rostro de Shen notó el adolorido labio que parecía comenzar a sangrar por lo que nuevamente comenzó a besarlo.
Sin embargo, esta vez fue más lento y gentil, lo cual coincidía con sus pausados movimientos, intentando consolarlo. Esto no duró demasiado, por lo que nuevamente Shen no pudo evitar gemir mientras recibía las fuertes arremetidas y lo embriagaba un placer abrumador. El lascivo sonido de los cuerpos chocando inundó la habitación por un largo tiempo hasta que finalmente amaneció.